Los logros con sufrimiento saben mejor. La victoria de Carlos Alcaraz en el US Open costó mucho. Casper Ruud no se lo puso nada fácil. Desde la final de Roland Garros hasta el domingo el noruego ha mejorado mucho. Su revés es otra cosa y ... le pega mucho más duro. Por eso es el número dos del mundo.
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En los primeros compases de la final la intensidad fue máxima y los intercambios fueron cortos pero a mucha velocidad. Ambos le pegaban durísimo y bastante plano. Eran peloteos de mucho nivel. Para el riesgo que tomaban fallaron muy poco. Curiosamente les costaba mantener el saque y hubo múltiples break points aunque solo el murciano convirtió uno para llevarse el set tras mantener todos sus saques no sin problemas.
Carlitos es humano y en el segundo set bajó su nivel, mientras que el noruego sorprendió con un tenis agresivo y de mucha calidad. Alcaraz cometió muchos fallos y tomó varias decisiones incorrectas. Las dejadas no eran buenas y parecía que el nórdico pegaba más. Se le notó menos fresco. Parecía que los tres anteriores partidos en los que exprimió los cinco sets le estaban pasando factura y se estaba desinflando.
Pero no, en el tercer set volvió a centrarse y se metió de nuevo en el partido. No hacía un tenis brillante pero supo sufrir, se agarró a su saque y con destellos de valentía y calidad consiguió seguir vivo en el partido. Una característica de los superclases es ganar sin jugar bien, y él lo es. Tras varias alternativas, donde llegó a levantar dos set ball, llegó al tiebreak. Había perdido los cuatr que había disputado en los dos partidos anteriores pero este lo jugó perfecto y Ruud regaló incompresiblemente 4 puntos con errores no forzados. Ruud también parecía humano.
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El cuarto set fue un vendaval de Alcaraz, lo cual no era fácil después del desgaste que llevaba encima. Subió una marcha y dio un auténtico recital. Sacó como un cañón (en un juego llegó a hacer 3 aces seguidos) y su revés volvió a funcionar ganando varios paralelos increíbles. Su derecha merece un capítulo aparte. Fue un auténtico obús, un martillo pilón que desborda a todos sus rivales y que los deja clavados. La pone donde quiere y como quiere, y es el golpe con el que marca la diferencia. En este cuarto set Alcaraz no tuvo piedad y destrozó a Ruud: saques directos, saques-red, passings, winners de fondo… Una auténtica exhibición. Al noruego le caían por todos lados. Tras tres horas Carlitos había resucitado una vez más. Volvió a moverse muy bien, las cogía todas, y tuvo la suerte del campeón. Ruud no sabía qué hacer. En su desesperación intentó cosas imposibles y falló más de la cuenta, lo cual facilitó también la extraordinaria victoria del murciano.
Estamos ante un campeón que puede marcar una época. Ha ganado con calidad, cabeza, lucha, garra, desparpajo, valentía, agresividad, potencia, rapidez y con capacidad para resurgir de situaciones difíciles y para jugar bien los puntos importantes. Lo tiene todo. Esperemos que siga así y que continúe dándonos alegrías como esta. ¡Enhorabuena Carlitos!
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