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Enric Gardiner
Viernes, 7 de junio 2024, 18:49
La diferencia entre los mejores y el resto es que son capaces de ganar partidos en los que los primeros ganan hasta cuando juegan mal. Esta frase la exprimían Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic, que ganaron cientos de encuentros pese a no estar al 100%. Carlos Alcaraz, que aspira a estar al nivel de los tres mejores de la historia, ganó jugando mal al italiano Jannik Sinner (2-6, 6-3, 3-6, 6-4 y 6-3), pero ganó, desenterrando una final que le enfrentará este domingo (no antes de las 15:00 hora española) al que puede ser el primer Roland Garros de su corta, pero más que exitosa carrera.
El murciano se convirtió en el tenista más joven de la historia, a sus 21 años, en lograr tres finales en tres superficies distintas, desplazando a un Sinner que volvió a diluirse en un encuentro de estas características. En su primer partido como número uno y tras un 2024 de ensueño en el que conquistó su primer Grand Slam, el italiano sigue teniendo un debe ante Alcaraz. No es capaz de desplegar su mejor tenis ante el español.
De haberlo hecho, podría haber arrasado, porque el encuentro fue de una factura terrible por ambas partes, con 102 errores no forzados entre los dos jugadores. Alcaraz comenzó tensionado, con la presión de los recuerdos de una pista en la que naufragó en 2022 contra Zverev y en la que se acalambró en 2023. Tenía una cuenta pendiente con la Phillippe Chatrier y con París y las expectativas le enterraron durante set y medio. En 50 minutos, Alcaraz, con la derecha perdida, iba 2-6 y 0-2 abajo en el marcador. Nunca había remontado un set adverso en París y nunca había levantado dos sets en contra en su carrera.
Para su suerte, este 7 de junio tampoco era el día de Sinner, que se plantó en estas semifinales con un cuadro de risa y pagó el no haber tenido un gran reto durante el torneo. Su nivel cayó en picado, permitió que Alcaraz, a ráfagas, reflotara, y, pese a haber dispuesto de más de una hora de ventaja, el partido estaba 1-1.
Físicamente, además, el transalpino estaba tocado. Sufrió calambres en la mano y en el antebrazo. También en los isquiotibiales. Recibió atención médica en dos ocasiones y confundió a Alcaraz, quien no supo dar la estocada cuando vio a su rival arrastrarse. El español tuvo siete bolas de 'break' en el tercer set y no aprovechó ninguna; Sinner convirtió dos de las cuatro y, sin saber cómo, se apuntó un set extrañísimo.
Tampoco parecía estar a tope Alcaraz, aunque no llegó a pedir fisio, pero las caras de su palco, de inexpresividad, invitaron a pensar que algo malo ocurría. Todos enmascararon cualquier tipo de problema y el murciano resurgió por inercia. En el cuarto set, con igualdad total, la victoria pendía de un hilo para el italiano, pero los nervios jugaron a favor del español, que empezó sacando, no sufrió en ningún momento son su servicio y esta vez sí fue eficaz. Con 5-4, en el instante más psicológico, convirtió su único punto de rotura del set.
El equilibrio del encuentro cambió de lado. Ahora era Alcaraz el que estaba en mejores porcentajes y con un juego mucho más suelto, alejado del agarrotamiento de los tres primeros sets. Por primera vez en el partido, empezó a mandar. Podía fallar, pero era él el que dictaba el guion, además de jugar mucho mejor los momentos de presión. El set tuvo seis 40-40 y Sinner los perdió todos. Para su museo de los horrores particular quedó el último juego, en el que falló el resto en cuatro saques consecutivos en el lado del iguales. Alcaraz, estratega como él solo tras cuatro horas de partido, le pilló descolocado en todos ellos y en cinco sets, instancia en la que solo ha perdido un partido en toda su carrera, solventó su primera victoria en semifinales en París.
«Tienes que encontrar la diversión en el sufrimiento. Esa es la clave», admitió a Alex Corretja tras el encuentro. «Ha sido uno de los partidos más difíciles que he jugado». Este domingo se enfrentará a Alexander Zverev, que venció a Casper Ruud (2-6, 6-2, 6-4 y 6-2) en la otra semifinal. Un partido en el que el tenista de Hamburgo fue de menos a más y no dio opciones al jugador noruego.
Carlos Alcaraz confirmó que los problemas físicos que sufrió ante Jannick Sinner durante el tercer set fueron calambres, pero que aprendió a manejarlos con la experiencia del año pasado en la semifinal perdida frente a Novak Djokovic. El murciano no requirió la atención médica durante el partido, ya que llamar al fisio por calambres supone perder un juego, y sobrellevó como pudo el lastre físico en la tercer manga que cedió ante el italiano.
«Yo tenía calambres y él también. Vi que lo estaba pasando un poco mal. Aprendí de lo que ocurrió el año pasado contra Djokovic. Estaba igual que hoy, pero ahora sé que en esos momentos tienes que mantener la calma y seguir adelante, porque los calambres se irán», explicó Alcaraz.
«Hay que luchar, que los puntos sean más cortos. El tercer set fue raro, pero luego, en el cuarto y en el quinto, fue un gran partido, muy buen tenis. Hoy estoy muy feliz por lo que he hecho, esperando mi momento hasta el final», reconoció el tenista de El Palmar.
Le costó más de cuatro horas ante Sinner y mas de medio centenar de errores no forzados, en un partido muy irregular por parte de ambos, pero Alcaraz jugará el domingo su primera final de Roland Garros, con la oportunidad de levantar su tercer título en el Grand Slam parisino.
«Hay que encontrar la forma de disfrutar sufriendo. Esa es la clave. En Roland Garros hay puntos largos, partidos largos... Tienes que pelear y sufrir. Se lo he dicho a mi equipo, hay que disfrutar de sufrir», insistió Alcaraz. «Este ha sido uno de los partidos más duros de mi carrera. Varios de ellos han sido contra Jannik, lo que explica lo gran jugador que es. Espero que en el futuro juguemos muchos más así», argumentó el murciano, que descansará este sábado y reservará fuerzas para saltar el domingo a la Phillippe Chatrier con la oportunidad de ganar su primera Copa de los Mosqueteros.
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