El recado de Djokovic a Nadal: «Yo no digo como otros que los récords no son un objetivo y luego actúo diferente»

«Yo he sido ambicioso pero con una ambición sana que me ha permitido ver las cosas con perspectiva, no estar frustrado, no cabrearme más de la cuenta en la pista cuando las cosas no iban bien», deslizó Nadal en una entrevista en Movistar+ el pasado 18 de septiembre. En la misma aclaró que su relación con el tenista de Belgrado es de cordialidad al asegurar que mandaría un mensaje a Djokovic tras levantar el US Open escasos días antes.

El serbio no avivó la polémica días después al ser entrevistado en el medio búlgaro 'Sportal': «No estoy de acuerdo con lo que ha dicho Nadal de mí. Pero no voy a hablar mal de él y tampoco de Federer. El respeto que les tengo supera opiniones negativas que pueda tener de ellos». Pero esta vez no se mordió la lengua y lanzó un dardo al de Manacor, quien espera reaparecer en enero en el próximo Open de Australia, la última pista que pisó.

«Voy a por todos los récords posibles, todos los que pueda batir. Nunca he tenido problemas para decir eso. Y es por eso que no le gusto a la gente. No pretendí como algunas personas... decir que no es mi objetivo, y luego comportarme de manera diferente. Siempre traté de ser coherente con lo que creo», expresó el tenista ganador de 97 campeonatos (a seis de Roger Federer y a doce de Jimmy Connors) en la rueda de prensa tras ganar en París.

A sus 36 años, Djokovic se muestra imparable sobre la pista. Contra una 'next gen' en la que solo Carlos Alcaraz parece aguantarle el pulso, el serbio sigue empeñado en batir sus propios registros hasta que las piernas le fallen algún día. Los próximos, alcanzar las 400 semanas al frente de la clasificación ATP (le faltan solo 3) y acabar, le basta un triunfo en el torneo de maestros que arranca la próxima semana en Turín, su octavo año como número uno del mundo, posición que ha ocupado hasta en doce años distintos. También es el único en ganar al menos tres veces cada Grand Slam y dos veces cada Masters 1000. Cuenta con una Copa Davis y un bronce olímpico. Los Juegos son su espina clavada y de nuevo en París tiene quizás su última oportunidad de colgarse el oro al cuello. Sería el mejor broche a una trayectoria intachable.