JON AGIRIANo
Lunes, 22 de junio 2020, 08:29
Era un partido más de primera ronda, sin excesivos alicientes. John Isner, cabeza de serie número 23, no dejaba de ser un meticuloso bombardero de 2.06 metros, uno de esos tenistas que sólo gustan a los aficionados a las armas automáticas. Y lo mejor ... que podía decirse entonces de Nicolás Mahut era que, con tal de no perder, el francés era capaz de dejarse tiras de piel sobre la pista y luego asarlas a la parrilla. Siempre había sido un guerrero. De hecho, una semana antes, se había clasificado para jugar en Wimbledon ganando la previa a Bogdanovic por 3-6 6-3 y 24-22. A sus 28 años, el tenista de Angers había perdido muchas esperanzas, pero seguía siendo un gladiador.
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Los responsables del torneo colocaron el partido en la pista 18, coqueta y británica, muy verde, con macetas de flores, una tribuna principal y otra más pequeña de apenas cinco filas sobre la que se levantan unos ventanales oscuros y una balconada. Se cuenta que fue en ella, donde, Toni Nadal se detuvo a observar un partido que el argentino Mónaco jugaba contra un chico de Belgrado que comenzaba a dar de qué hablar. Al técnico de Manacor le bastó con ver unos pocos juegos. Fue a los vestuarios y le dijo a su sobrino Rafa que, a partir de ese día, tenían un nuevo problema. Se llamaba Novak Djokovic.
El partido entre Isner y Mahut comenzó a las 19.18 horas (una menos en Londres) del 22 de junio de 2010. Era un poco tarde. Mohamed Lahyani, el árbitro sueco que dirigía el encuentro, sabía bien que, a poco que el duelo se prolongara, no tendría otro remedio que suspenderlo por falta de luz. También el centenar de espectadores presentes barajaba la posibilidad de tener que volver al día siguiente si quería asistir al desenlace. Es lo que ocurrió. Los dos primeros set se decidieron por la vía rápida. 6-4 para Isner el primero en 32 minutos y 6-3 para Mahud en 29 minutos el segundo. Los dos siguientes sets fueron un presagio de la terrible tormenta que se estaba preparando. En ambos fue necesario llegar al 'tie break' para encontrar un ganador. Ningún jugador cedía su servicio. El francés se llevó el primero tras una pelea al límite (9-7), pero en el segundo, tan cerca de la victoria, nada pudo hacer ante el saque supersónico de Isner (7-3). Eran las 22.07 horas y las sombras caían sobre el All England Lawn Tennis and Croquet Club.
Al día siguiente, 23 de junio de 2010, el partido entre Isner y Mahut seguía siendo un partido más de primera ronda, sin excesivos alicientes. A las 15.05 horas, cuando se reanudó, la pista 18 ni siquiera estaba del todo llena. La igualdad del día anterior hacía presagiar un quinto set muy ajustado, pero lo que nadie podía imaginar es que fuera a librarse la batalla más larga de la historia del tenis. La táctica de ambos jugadores fue la misma. Craig Boynton y Boris Vallejo dieron el mismo consejo a sus pupilos: que se concentraran de un modo absoluto en su servicio e intentaran dar la sorpresa al resto. Ganando su saque, evidentemente, no podían perder.
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El bombardero de Carolina del Norte tuvo la primera bola de partido con 10-9 al resto. Mahut, sin embargo, la salvó apoyado en su servicio, que le funcionaba como un reloj. El toma y daca continuó sin que ninguno de los dos tenistas cediera su saque. Al público, que no podía ni moverse para salir a tomar una 'pimms' o una bandeja de fresas, comenzó a entrarle la risa. También a los tenistas y al propio juez de silla se les escapaba alguna sonrisa. El anterior encuentro más extenso de la historia se había jugado el 25 de mayo de 2004 en la primera ronda del Roland Garros. Los franceses Fabrice Santoro y Arnaud Clement estuvieron seis horas y 33 minutos dale que te pego sobre la arcilla parisina. El triunfo fue para Santoro, después de un último set que terminó en 15-17. Pues bien, aquella pronto se convirtió en una minucia comparado con el combate entre Isner y Mahud.
El final pareció llegar cuando, con 33-32 a su favor, John Isner dispuso de dos bolas de partido. Pero Mahut no estaba dispuesto a rendirse y se agarró a la pista como una garrapata. Salvó el primer 'match-point' tras un golpe de derecha que dio sobre la línea y que algunos espectadores cantaron 'out'. Y la segunda con una bella volea tras dominar el punto con un gran primer servicio. El público comprendió entonces que estaba presenciando algo extraordinario. Unos pocos privilegiados estaban disfrutando de un partido irrepetible.
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La noticia de lo que sucedía en la pista 18 comenzó a propagarse por el mundo y empezaron a llegar muchos curiosos. Lo que vieron les dejó perplejos: dos tenistas que habían hecho una cuestión de honor no perder su servicio, dos tenistas que juraban en arameo y estrellaban sus raquetas contra la hierba con los fallos que no entendían, dos tenistas que aplaudían los aciertos de su rival, que a duras penas se levantaban de la silla tras los descansos y que, a veces, hasta se reían de lo que les estaba ocurriendo. Ya se sabe que la épica, llevada al extremo, puede ser una comedia. También se apreciaba en los dos guerreros una cierta complicidad, un respeto mutuo que iba creciendo hasta acercarse a la admiración. Aquello recordaba a peleas memorables del cine, a Gregory Peck y Charlton Heston dándose puñetazos hasta el amanecer en 'Horizontes de Grandeza', o a John Wayne y Victor McLaglen zurrándose sin compasión en 'El hombre tranquilo' antes de regresar juntos a casa y tomarse unas cervezas.
Isner y Mahud estaban metidos en un círculo infernal. El público, insaciable, les pedía más y más después de cada juego. 'We want more', se escuchaba. Con 58 iguales, después de más de siete horas de juego, después de dar trabajo a dos grupos de 14 jueces de línea y a cuatro grupos de 28 recogepelotas, Niko Mahud tuvo los redaños de tirarse en plancha para llegar a una volea inalcanzable. AIsner le dio la risa. Antes del partido, estaba seguro de una victoria más o menos cómoda. Y, sin embargo, allí estaba, enfrentándose a lo que parecía un héroe de la Marvel. El mejor ejemplo de la fortaleza mental del tenista de Angers fue que, con 59-58 a favor de Isner, salvó un nuevo 'match point' con un soberbio 'ace'. Eran las 22.13 horas y Mohamed Lahyani decidió aplazar el partido. También él estaba roto. Durante los descansos, de hecho, el juez árbitro tuvo que bajar varias veces de su silla para hacer estiramientos y evitar el síndrome turista.
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Lo que había ocurrido en la pista 18 del All England Lawn Tennis and Croquet Club había dado la vuelta al mundo. Se estaba viviendo uno de los grandes momentos en la historia del deporte. Los dos jugadores fueron aclamados como héroes, firmaron autógrafos y fueron escoltados por policías hasta los vestuarios. No podían ni con el alma. Los fisioterapeutas tuvieron que trabajar a destajo. Al día siguiente, 24 de junio de 2010, Mahud e Isner volvieron a su guerra particular. Ya no era un partido más de primera ronda, sin alicientes. Era el Partido. Así, con mayúsculas. Rodeados de policías que les protegían de una multitud entusiasta, los dos tenistas se dirigieron a la pista 18, abarrotada de aficionados. Parecían Cassius Clay y Joe Frazier antes de subir al ring en Manila. John Mc Enroe y Tracy Austin no quisieron perderse el desenlance. La Reina Isabel II, por el contrario, prefirió asistir al partido de Andy Murray en la que era su primera visita a Wimbledon en los últimos treinta años.
La batalla se reanudó a las 16.40 horas. En los primeros juegos se repitió la tónica de los días anteriores. Ninguno de los dos jugadores se acercaba a la posibilidad de un 'break'. Había que esperar a que el agotamiento hiciera efecto. Se trataba de eso: de saber quién se derrumbaba primero. Algo muy duro. Bien mirado, muy poco tenístico. Con 69-68, Mahut tuvo un momento de debilidad con su saque. Isner se puso 15-40. El público se agitó en sus asientos. El francés fue jaleado por el público. El gigantón de Greeensboro, sin embargo, no perdonó. Ganó el partido con un perfecto 'passing' de revés. Eran las 17.48 horas. Los dos héroes se abrazaron mientras los aficionados les homenajeaban con una ovación inolvidable. «Nunca volverá a suceder algo así», sentenció John Isner.
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Antes de retirarse a los vestuarios, los dos jugadores y el árbitro recibieron un premio especial del All England Lawn Tennis and Croquet Club. Se lo entregaron Tim Henman y Ann Haydon-Jones. Luego se hicieron una foto frente a uno de los marcadores que reflejaba aquel tanteador desmesurado. Muy interesado en ellas, John Isner pidió las estadísticas. Su duelo con Mahud había pulverizado muchos récords: el de partido más largo (11 horas y 5 minutos); el de set más largo (8 horas y 11 minutos); el de más juegos en un set (138 en el quinto); el de más juegos en un partido (183); el de mayor cantidad de saques directos realizados por un solo jugador en un partido (Isner, 112); y el de mayor cantidad de aces en un partido (215).
Posdata: Isner jugó al día siguiente ronda contra el holandés Thiemo de Bakker. Perdió en 74 minutos por 0-6, 3-6, 2-6 y no conectó ningún 'ace'. Durante el partido, necesitó tratamiento médico para su cuello y sus hombros. Hoy se cumplen diez años de este partido que batió muchos récords.
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