Nadal y Djokovic firman el epílogo de una rivalidad histórica

En lo deportivo el partido no tuvo mucha historia hasta su desenlace. Djokovic no dio ninguna opción a su rival en la primera manga (6-2) y Nadal, como acostumbró durante sus dos décadas de profesional, resurgió de sus cenizas cuando le daban por enterrado. Levantó una bola de partido al resto, rompió al de Belgrado y sacó a relucir su descomunal bíceps, su foto tradicional, para encender al público saudí. Por supuesto, forzó el 'tie break' a base de derechas ganadoras con misiles desesperados a las esquinas y a punto estuvo de llevar el duelo al tercer set, pero 'Nole' se lo llevó por 7-5. Después se fundieron en su último abrazo en la red.

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Leire Moro

No se dieron las lágrimas que derramó en la capital francesa cuando se despidió de su tierra prometida, la misma en la que conquistó hasta catorce veces Roland Garros, un registro que será casi imposible de igualar, las que también se le cayeron cuando su amigo Roger Federer lo dejó en la Laver Cup de 2022 y las que seguro se verán en Málaga el próximo mes, cuando el de Manacor ponga en la Copa Davis el punto y final a una trayectoria de época que quieren imitar millones de niños de cualquier rincón del globo.

«Rafa, no sé por dónde empezar...», declaró Djokovic en la ceremonia final. «Vuelvo a nuestro primer partido en 2006, quién nos iba a decir que estaríamos 20 años después con más de 60 partidos y esta rivalidad. Ha sido un auténtico honor todo lo vivido. No te retires, quédate un poquito más», le rogó entre risas el balcánico a su eterno rival. «Muchas gracias por tu legado. Ojalá nos sentemos en la playa a tomar algo y reflexionar de la vida», finalizó. «Me ayudaste a superar mis límites durante casi 15 años», devolvió el cariñoso gesto Rafa.