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Garbiñe Muguruza besa el trofeo de maestra que le entregaron en Guadalajara, en México. afp

Garbiñe renace a lo grande

Muguruza resurge de sus cenizas y entra en la historia del tenis al convertirse en la primera española en ganar el Masters

dagoberto escorcia

Jueves, 18 de noviembre 2021, 18:35

Garbiñe Muguruza ha vuelto. Y a lo grande. Cantando una victoria histórica para el tenis español en Guadalajara (México), la tierra de los mariachis. Allí, a más de 1.500 metros de altura, hizo gala de su auténtica estatura tenística. Se convirtió en la primera ... jugadora española en conquistar el Masters, el torneo que cierra la temporada y que disputan las ocho mejores raquetas del año. Venció a la estonia Anett Kontaveit por 6-3 y 7-5. El décimo título de su carrera, el tercero de 2021 para silenciar las bocas que ya habían dejado de apostar por ella, por sus idas y venidas, por sus subidas y bajadas, por haber tenido dos años malos. Volvió Garbiñe y lo hizo para demostrar que es la jugadora más completa, con mayor talento que ha tenido el tenis español.

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El 25 de octubre pasado, Garbiñe Muguruza envió un mensaje al equipo de la Copa Federación, que iba a disputar esta competición a principios de noviembre: «Mi cuerpo y mi mente no me dan para hacer este viaje. Llevo meses de mucha presión y viajes, y de no haber estado en casa desde julio, con mucha exigencia física y mental, y desgraciadamente tengo que parar, recuperar el tobillo ya que llevo semanas arrastrando molestias y tengo que recuperarme». Garbiñe necesitaba una pausa, eso que siempre se le ha echado de menos durante muchos partidos en los que no ha sabido rematar los puntos. La pausa le fue de maravilla.

Nacida en Caracas el 8 de octubre de 1993, de padre vasco y madre venezolana, desde que saltó al circuito profesional hace una década Garbiñe ha exhibido un tenis más propio de una persona nacida bajo el signo de Géminis. Su juego a veces ha parecido tener un doble camino. Cuando suelta el brazo, su tenis resulta irresistible, pero puede también que su mente haya ido por otro camino, no tan claro como ha pretendido su brazo. Garbiñe por momentos ha ofrecido un tenis agresivo, y en otros su juego ha sido tibio, como si se fuera de la pista, como si pensara en otra cosa, como si se evaporara todo su talento. Como si una Libra como ella estuviera en una balanza que se inclinara hacia el lado malo, allá donde solo su mente quería.

Todo muy extraño. Porque con un tenis magistral, Garbiñe pronto demostró que se adaptaba a cualquier superficie. Ganó en la tierra de Roland Garros su primer Grand Slam, en 2016. Ahí dio un salto enorme en su carrera, que la colocó entre las primeras raquetas del mundo. Era la sensación del circuito. Al año siguiente obtuvo la corona sobre la hierba de Wimbledon, donde solo había ganado una española, Conchita Martínez, la que hoy es su preparadora y la que ha sabido aconsejarla para volver a situarla en lo más alto. En ese 2017 se convirtió en número uno. Estaba arriba del todo.

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Pero entonces se hizo de noche. Rompió con Sam Sumyk, el entrenador con el que había conocido la gloria. Y de ser la mejor pasó a ser la 18 (2018), y luego la 36 (2019) y solo un título, casualmente en México (Monterrey). En los Grand Slams de Wimbledon y el US Open quedó eliminada en primera ronda.

En el cielo

Se fue al Kilimanjaro, cinco días con unos amigos, a sentirse bajo cero, como estaba su tenis, y seguramente a decidir qué hacía con su vida. Volvió recargada y se puso a trabajar con Conchita Martínez: «Es muy buena, solo tiene que creer y tener confianza», dijo la primera campeona de Wimbledon del tenis español, y una jugadora que también poseía un juego brillante pero que chocaba con su fragilidad anímica.

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«Estoy muy feliz de haberme demostrado a mí misma que puedo ser la mejor, la maestra como decimos en español», lanzó en la entrega de premios. Sabía que durante esos años malos no jugó como lo había hecho antes, pero que tampoco había jugado mal. Era consciente de que tenía tenis para volver a tocar el cielo. Solo le faltaba demostrarlo. Y por eso se emocionó en ese final contra Anett Kontaveit, y se fundió en un abrazo con Conchita, con su preparador físico Santi De Martino, con su fisioterapeuta Adriana Forte, con su novio Arthur Borges, y con su amiga y comunicadora, Cecilia Casla. En Guadalajara Garbiñe volvió fuerte, sólida, mental y físicamente, para decirle al tenis mundial que ella todavía tiene mucho que decir en la pista. Garbiñe Muguruza ha vuelto, y no para decepcionar. Todo lo contrario. Es la nueva maestra del tenis femenino. Conquistó este título delante de dos grandes como Billie Jean King y Chris Evert. Inolvidable.

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