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La última feria de Ogueta

La última feria de Ogueta

Viernes, 2 de agosto 2019, 23:13

José Mari Palacios Moraza. El nombre y sus dos apellidos a la mayoría de los mortales seguramente les dirá muy poco. Sin embargo, si se pronuncia su apodo, Ogueta, todos aquellos pelotazales saben que fue uno de los pelotaris más grandes de la historia. Un delantero que marcó una época, el más taquillero, y que cada vez que saltaba a la cancha irradiaba un fulgor que encandilaba a la grada. A nadie dejaba indiferente.

Era chulapón, guapo, andaba como las gacelas y por donde pasaba dejaba un hálito, fuera y dentro del frontón, que nunca ningún pelotari ha logrado. Un gladiador del siglo XX. Con un rostro que parecía esculpido por Miguel Ángel que llamaba poderosamente la atención en especial entre las damas. Su leyenda, avanzada la década de los cincuenta traspasó las fronteras de Euskadi, Iparralde, Navarra y La Rioja.

En 1959, el semanal madrileño Blanco y Negro llevó a cabo una publicación que título 'Hombres IIustres de Álava' en el que incluía a Ogueta como un personaje singular acompañando en la narrativa a históricos como San Prudencio, el Canciller Ayala, Manuel Iradier, Ramiro de Maeztu e Ignacio Aldecoa entre otros. En este texto de hoy no voy a caer en la tentación de hurgar en las aventuras y desventuras del llamado Ciclón, sino contar la última feria de La Blanca en la que intervino.

Era un 9 de agosto de 1976. Ha transcurrido la friolera de cuarenta y tres años. Cierre del cartel festivo que Empresas Unidas, que tuvo ocho festivales como oferta, organizó en el frontón Vitoriano, en una noche más que colgó en taquilla el cartel de 'no hay billetes. Los que tuvieron el privilegio de acceder al recinto de la calle San Prudencio ya rumiaban que Ogueta divisaba el ocaso de su adiós del mundo profesional.

En el estelar, Ogueta y Tolosa se enfrentaron a Julián Retegui y Elorza. Una combinación entre veteranía y juventud. El alavés significaba la experiencia y la leyenda. Le pusieron como escudero a un zaguero guipuzcoano, que había debutado recientemente y que era el ojito derecho de las intendencias de Unidas. En contra el más grande, Retegui II, que quería comerse el mundo a pelotazos, tuvo como guardaespaldas a un pelotari de segunda fila.

El partido fue una enorme decepción. El de Erasun no tuvo piedad de sus rivales y les dejó en la mitad del camino: 22-11. El último tanto lo rubricó de una paradita al 'txoko' que Ogueta ni tan siquiera hizo «un amago de correr», según contaba Juan de Biasteri en el vespertino Norte Expres. Enfiló los vestuarios en medio de una pitada monumental. Pocos meses más tarde colgó la faja y dejó tras de si una de las carreras más brillantes jamás repetida.

Hoy es un nuevo milenio. Otros tiempos. Un modo distinto de vivir y entender la pelota. Con distintos frontones. Un material con una viveza exagerada y donde las televisiones ejercen su particular divulgación y tiranía. La feria de La Blanca ya está aquí un año más cumpliendo su viejo ritual. Con tres días, 4,5 y 9, se finiquita el certamen. ¡Que haya suerte!

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