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juan pablo martín
Viernes, 24 de mayo 2019, 23:55
El aplazamiento de las finales por lesión es algo implícito en la historia de la pelota debido a la exigencia que implican los campeonatos. En el Manomanista hacía cuatro años que no se solicitaba uno, pero el hecho de que la final entre Urrutikoetxea ... e Irribarria en el Bizkaia se haya tenido que retrasar al 9 de junio no está mal vista por los pelotaris ni por muchos aficionados, que mantienen que son los que se han ganado el derecho a disputar la txapela los que tienen que jugarla a pesar de que no sea en la fecha prevista.
Las empresas tampoco se quieren pillar los dedos porque, desde que en 2003 comenzaron a organizar de forma conjunta esta competición tuvieron que resolver distintas situaciones, y en alguna no quedaron bien paradas. Para evitarlo, fueron tomando medidas destinadas reducir los tiempos de espera y evitar contratiempos organizativos. Se incluyeron quince días entre los cuartos y las semifinales para que las manos lleguen en mejores condiciones, y el mismo tiempo para el choque decisivo. En la actualidad solo se puede retrasar una semana la final, pero se han dado casos en los que las fechas se fueron mucho más allá.
A pesar de que han pasado ocho años, todavía está fresca la final de 2011, una de las que mayor controversia ha levantado. Xala fue operado de urgencia de apendicitis en plena preparación y, como las promotoras estimaron que no estaría restablecido a tiempo, determinaron que la final sería entre Olaizola II y Bengoetxea VI. Previamente, al de Goizueta se le habían dado siete días por problemas en su mano derecha, por lo que la fecha para la disputa estaba prevista para el 19 de junio. Trece días antes el delantero de Lekuine fue intervenido y, aunque las promotoras se mantuvieron firmes en su decisión en un principio, la presión que consiguió ejercer el de Lekuine hizo que la reconsideraran. Jugó y ganó el duelo frente al navarro el 3 de julio.
Más reciente está la rotura del dedo índice de la mano izquierda que sufrió Bengoetxea VI mientras preparaba la final de 2015 ante Olaizola II. En aquella ocasión fue diferente porque se concedieron al de Leitza siete días más de la fecha límite, «por causas sobrevenidas que justificaban un acuerdo excepcional», y fue el propio pelotari el que renunció a jugarla porque no estaba en condiciones. Urrutikoetxea, que había terminado tercero, le sustituyó y ganó su primera txapela a Olaizola II un 28 de junio.
No son los únicos casos. En 2003, cuando el torneo contaba con una liguilla de semifinales, Olaizola pagó los excesos de la competición y en el sexto partido, con el pase a la final asegurado, se rompió el tríceps de su hombro. Se le concedió un aplazamiento que no estaba estipulado en el reglamento, y el choque decisivo que tenía que disputar contra Patxi Ruiz se retrasó cuarenta días.
Si se echa la mirada más atrás se pueden encontrar aplazamientos de todo tipo. En 1998, el duelo que tenía que medir las fuerzas entre Beloki y Eugi estaba datado para un 18 de junio y se disputó un 22 de noviembre porque el delantero de Aoiz sufrió un hematoma en su mano derecha y por diferentes encontronazos entre las promotoras. Decidieron que cada una atendiera primero sus compromisos estivales. Cuatro años antes, Arretxe y Errandonea jugaron la final en agosto en el transcurso de la feria de La Blanca de Vitoria por distintas lesiones en las manos.
2011 La final entre Olaizola II y Xala se retrasó por la operación de apendicitis del delantero de Lekuine
1998 Beloki y Eugi se jugaron una txapela en noviembre por la lesión del segundo y las diferencias entre empresas
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