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juan pablo martín
Lunes, 4 de mayo 2020, 23:59
Aunque la desescalada todavía va a ser larga en la pelota mano profesional porque, según reconocen las empresas, necesitan más información de cómo les van a afectar a ellos las fases y analizar las posibilidades que pueden tener, los pelotaris vivieron ayer otro gratificante empujón ... en su día a día. Algunos de ellos tuvieron la posibilidad de acudir a un frontón después de cerca de dos meses para ejercitar sus manos.
Las consultas realizadas en sus ayuntamientos para poder utilizar las instalaciones municipales obtuvieron el visto bueno y pudieron sentir lo que es volver a golpear una pelota en condiciones. De esta forma, el principal problema que tenían ha comenzado a solucionarse. Aunque necesitarán un tiempo, sus herramientas de trabajo volverán a ganar la consistencia que acostumbran porque podrán ejercitarlas con asiduidad en una cancha en la que tienen espacio, y dejarán atrás las estrecheces de los garajes y sus viviendas. Todos cumplieron a rajatabla con las normas. Se colocaron los tacos en casa y acudieron al frontón en solitario. Cuando acabaron el entrenamiento volvieron a casa para ducharse.
Mikel Larunbe hacía días que había comenzado a moverse por su cuenta, vista la llegada de las fases que iban a proponer las autoridades. Ayer por la tarde volvió al Kurtzea de Galdakao. «He peloteado entre el cuadro cuatro y cinco y la verdad es que se ha notado la inactividad. La pelota golpeaba un poco más en la mano, pero es normal después de tanto tiempo de inactividad».
Durante las últimas semanas su única forma de pelotear era contra un colchón dentro de casa, por lo que sintió «libertad». «Incluso echaba de menos correr detrás de la pelota», añadió.
Nada más comenzar hasta le llamó la atención «el ruido de la pelota. Era algo que tenía perdido», destacó. Estuvo sobre la cancha cerca de 40 minutos, «con solo una pelota» para evitar que las demás que tengo se gasten y que aguanten hasta que pueda volver a entrenar con los compañeros de Baiko Pilota. «He terminado sudado y a gusto. Me daban ganas de seguir, aunque sabía que iba a volver mañana», señaló.
Otro de los que también tuvo la posibilidad de pisar la cancha fue Danel Elezkano. «Se me ha hecho raro», reconoció. El vizcaíno acudió al frontón de Dima a la hora que le habían marcado por la mañana. «Al principio se notaba que hemos estado un tiempo sin jugar», subrayó.
Tuvo el espacio suficiente como para pegar la pelota con altura, «algo que hasta el momento no podía hacer en casa, donde sólo podíamos calentar la manos». Terminó «contento». «Jugar con la pelota dura ha sido totalmente diferente, aunque nos costará cogerle las medidas a la cancha».
A pesar de que en casa también se ha ejercitado físicamente, pudo comprobar que «nos va a costar adaptarnos al ritmo porque tampoco es un entrenamiento normal al que estábamos acostumbrados antes de la pandemia». Pero ahora podrá volver a acoplar sus movimientos porque ya dispone de un espacio para ello.
Iker Irribarria también se acercó al frontón de Arama. Lo tiene a 80 metros de su casa y, hasta ayer, se tenía que conformar con mirarlo desde la ventana. Estuvo 40 minutos «peloteando fuerte». Al igual que sus compañeros tiene intención de volver a lo largo de la semana, pero reconoce que «hay que ir poco a poco porque las manos ahora están como están y hacerlo de otra forma sería perjudicial. Pero ha sido un paso más que nos va acercando a la normalidad», concluyó.
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