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Adiós al Parejas de 2021. Fin. No va más. El domingo en Miribilla se dilucidará una de las 'txapelas' más emblemáticas. Elezkano II y Zabaleta ... se enfrentan a Peña II, que en el pistoletazo de salida partió como tapado, y Albisu. Dos parejas con un mismo destino: adentrarse en el Olimpo de los campeones.
Esta competición se puso en escena, en lo que se refiere a la era moderna, en 1978. Cuarenta y tres calendarios han pasado, que no sé si son muchos o pocos. El viejo tango seguro que diría que no. Para mí, una eternidad. Allí estuve en el viejo Anoeta de San Sebastián, que se quedó pequeño para la avalancha de pelotazales que se trasladaron hasta la Bella Easo.
Por aquel entonces había en el mercado dos empresas. Unidas y Eskulari, de reciente creación. La relaciones, apenas inexistentes, eran muy tensas, yo diría que meramente protocolarias. Se llevó a cabo el campeonato por una razón muy sencilla. Sobre los frontones se cernía una profunda crisis. Y ya se sabe que en tiempos convulsos hay que aunar esfuerzos.
Los de Unidas pusieron como participantes a su pareja más fuerte: el 'voleísta' de Erasun (Retegui I) y el 'bombardero' de Arrate (Iñaki Aldazabal). En su contra, una pareja de la vieja escuela. Pierola, el zahorí de Almandoz, y Antxon Maiz, un segurola de cuerpo entero, partieron en los pronósticos como víctimas propiciatorias. Sin embargo, hubo un factor, la humedad, que tuvo un papel determinante. Y se hicieron con la victoria, 22-14, los que a priori no contaban para la cátedra. La cancha, intransitable. Una charca. Sostenerse de pie, misión imposible.
Hoy son otros tiempos. Otros pelotaris. Otros frontones. Aunque los intereses empresariales prosiguen. Poco ha cambiado en ese sentido. La pugna se mantiene intacta. Una 'txapela' vale su peso en oro. La cita de Bilbao tiene miga, mucha miga. Hay un factor de peso que tendrá un papel decisivo, el material. En los últimos partidos de la liguilla de semifinales el cestaño ha sido el gran protagonista.
Nunca, bajo ningún concepto, doña pelota debe servir para desestabilizar los partidos. Para eso está el seleccionador de material. Para elegir, a su buen saber y entender, unos lotes de pelota ajustados a las características del frontón y que no incidan para nada en el desarrollo del juego. Que no se les olvide a los intendentes que van a enfrentarse los dos zagueros más pegadores y potentes del momento.
No hay que sacar patatas. Hay que poner en juego unas pelotas equilibradas, que anden por abajo, tengan toque y a poder ser que no sean botonas. En una palabra, que se dejen jugar y no se conviertan en elementos distorsionadores. Se sabe que Zabaleta y Albisu son dos auténticos cañoneros capaces de derruir el frontis a zambombazos.
Benjamín Lazkano, que es un viejo zorro de las apuestas, afirma que «los grandes favoritos son Elezkano y Zabaleta, que abre mucho hueco y está atravesando un momento dulce de juego». Aunque, como suelo decir siempre, don dinero no suele ganar los partidos. Lo tienen que hacer los pelotaris. Y una final es una final.
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