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Los orígenes de la revelación del Manomanista

Los orígenes de la revelación del Manomanista

Mikel García, técnico de Elordi en distintas fases de su etapa de aficionado, rememora los inicios de un delantero «listo y con un don para el remate»

Juan Pablo Martín

Miércoles, 31 de mayo 2023, 20:00

Aunque han pasado más de veinte años, Mikel García todavía tiene fresco en su memoria los inicios de Aitor Elordi en la pelota. Fue su técnico desde benjamines hasta cadetes en Mallabia, y más tarde en juveniles cuando se encargaba de las sesiones de tecnificación de la Federación Vizcaína. Aquel niño que formó parte de una de las «buenas camadas» que tuvo el club de la localidad jugará el domingo la final del Manomanista contra Jokin Altuna en el frontón Bizkaia. Dos pelotaris de la misma quinta con un proceso de evolución diferente, a los que su trabajo les ha llevado a lo más alto.

Cada uno a su ritmo, pero a ambos les une la virtud de la constancia y el sentimiento hacia un deporte que hoy en día se está perdiendo. Porque además de apuntar maneras desde los seis años, Elordi también era de esos niños «que no salía del frontón». «Venía con su abuelo el primero y se iba el último. Metía más horas que nadie, y siempre estaba con la pelota en las manos», recuerda.

En esas edades tempranas llegó a jugar de zaguero «porque es el que llevaba el peso del partido y cometía pocos errores», pero su instinto siempre le llevaba hacia los cuadros alegres. «Le quitaba pelotas al delantero, iba al ancho y buscaba el remate». En cadetes ya pasó al espacio de la cancha en el que mejor se mueve en la actualidad y allí pudo expresarse mejor con el don que tiene para el gancho y la volea. «Los dos golpes que más ha utilizado desde siempre». Ya apuntaba maneras y lo dejó patente en los torneos escolares. «Siempre ha sido descarado en la cancha. Y cuando tenía que jugársela lo hacía a pesar de estar en un momento complicado del partido. Eso viene de serie.», destaca García.

A los 16 años, Elordi pasó a formar parte del club de Iurreta. «Jugaba con el zaguero Gorka Otaduy, de Berriz», y aprovechaba para entrenar con el grupo de profesionales que entonces dirigía Josetxo Areitio, encargado de la preparación de los pelotaris de Asegarce –actual Baiko–. Con Mikel García volvió a coincidir en juveniles en las sesiones de tecnificación de la federación.

Potencia y velocidad

Pertenece a la quinta del 1996, y en el torneo GRAVNI ya tuvo oportunidad de medirse a pelotaris de otras selecciones entre los que se encontraban los guipuzcoanos Altuna III y Erasun, y los navarros Laso y Martija. «Incluso Irribarria que, aunque era un año más joven, ya había subido». Elordi y Oier Etxebarria fueron subcampeones de parejas el año que Aitor Etxebarria, de Nabarniz, ganó el individual.

Su salto al profesionalismo llegó a los 19 años. Poco antes había comenzado a trabajar con el técnico de Aspe, Jokin Etxaniz. Su paso por el campo aficionado, que permite curtirse un poco a los pelotaris, fue bastante breve y los torneos que pudo jugar escasos. «Disputó el Biharko Izarrak el año que lo ganó Altuna III, el de Lezo y alguno más».

Llegó verde a la élite y la factura a pagar tuvo su precio. Ha necesitado tiempo para madurar. «Más que nada desde el punto de vista físico. Técnicamente es igual de atrevido y las posturas las tenía desde pequeño. Y con el saque siempre ha sido listo».

Pero su explosión no ha dejado indiferente a nadie. «La potencia y velocidad que ha ganado le han ayudado mucho. Ahora defendiendo también es capaz de atacar. Se le veía que podía llegar, pero nadie esperaba que fuera de esta manera», destaca. En ocho meses se ha subido a la cresta de la ola, «y no se le ve fin». Después de años de trabajo fue tercero en el Cuatro y Medio, ganó el Parejas junto a Zabaleta y es la revelación del Manomanista.

Está en la final del torneo más grande. Y Mikel García cree que «tendrá sus opciones en el choque cumbre». «Más, después del partido de cuartos en el Astelena de Eibar en el que tuvo al de Amezketa contra las cuerdas. Se le ve tranquilo en la cancha y no creo que el ambiente que haya en el Bizkaia le pueda afectar salvo que empiece con malas sensaciones. Es un pelotari que se crece en partidos así, igual que su rival. Han llegado a la final los dos que mejor están físicamente, por lo que pueden dar un bonito espectáculo», concluye.

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