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Juan Pablo Martín
Lunes, 13 de abril 2020, 00:36
Hace un mes prácticamente no entraban en casa porque su rutina diaria incluía entrenamientos en el gimnasio y sesiones técnicas en el frontón entre semana, además de los partidos. A eso había que añadir alguna visita al masajista para cuidar sus manos. Sin embargo, la ... pandemia lo cambió de repente. Tuvieron que reinventarse con los medios que tenían. En esta tesitura, se sienten afortunados de contar con un garaje, un jardín o incluso un caserío para poder ejercitarse y mantener el tono físico. Lo que más les preocupa son sus manos porque carecen del espacio y las instalaciones adecuadas para mantenerlas a punto, evitar que se ablanden y reducir la posibilidad de lesiones una vez que se reanude la actividad. Cada uno se arregla con lo que tiene. Sin embargo, todos reconocen que sus nuevos hábitos también les ayudan a hacer más llevadero el confinamiento. «Toca quedarse en casa, pero luego necesitaremos un período de adaptación para volver a la normalidad», admiten estos profesionales.
Mikel Urrutikoetxea
«Está claro que es muy diferente estar todo el día metido en casa, pero lo importante es hacer caso a lo que nos dicen», recalca el delantero de Zaratamo. Reconoce que ahora se levanta un poco más tarde que antes porque no tiene prisa para llegar a ningún sitio y, tras desayunar «y unos minutos de relajación», encara la jornada con los ejercicios que su preparador le ha asignado para cada momento. «La sesión se prolonga durante cerca de una hora y trato que sea de calidad», destaca. Unas veces trabaja los desplazamientos, otras la fuerza, porque vivir en una casa con algo de terreno al lado le permite tener espacio para hacerlo.
Las manos las ejercita en el garaje si hace mal tiempo o en una pared en la calle si la meteorología acompaña. «Es totalmente diferente a un frontón, pero no hay más. Trabajo con la pelota 'goxua' -blanda- dos o tres veces por semana a lo largo de una media hora, e incluso si tengo algún momento de aburrimiento también me pongo para quitar el mono», resume. Desde el punto de vista deportivo es lo que más echa de menos. Poder soltarle a gusto a la pelota «en un buen entrenamiento. Es lo primero que voy hacer cuando tenga posibilidad». Pero también sabe sacar el lado positivo de la situación en la que se encuentra, «porque afortunadamente todos estamos bien y ahora valoras mucho más lo que tenemos y estas más cerca de los de casa», concluye.
Danel Elezkano
Cuando se despertó el pasado martes, un mensaje de un amigo le recordó que hacía un año que vivió su momento más grande en la pelota tras adjudicarse el Parejas junto a Rezusta. Aquel título fue el fruto de trabajo diario que Danel Elezkano mantiene en la actualidad en su casa de Dima. El vizcaíno se ejercita los siete días de la semana. «Yo soy así, no me gusta estar quieto, aunque si veo que he metido mucha carga es cierto que algún día descanso. Pero antes estaba todo el día fuera de casa y ahora tienes más tiempo para recuperar», señala.
Cuenta con dos preparadores -Aitor Erauskin y Volker Tarnow- con los que habla todos los días para que evalúen su trabajo físico de fuerza y resistencia. «Pegado a mi casa también tengo una campa que me permite hacer series», apunta. Y su planificación también incluye algunas sesiones de bicicleta estática semanales. Para pelotear ha convertido su garaje en un frontón, incluso lo ha pintado de azul, y es allí donde «con una pelota dura y sin tacos realiza unas sesiones dentro de los dos primeros cuadros. Luego con una más blanda peloteo algo más largo, pero no tengo mucha altura. Está claro que donde más se aprende es un en frontón de verdad». El delantero vizcaíno es consciente de que todavía va a pasar un cierto tiempo hasta que la pelota profesional recupere la normalidad, «porque se reúne mucha gente en un recinto cerrado y no será tan sencillo como en otros. Pero espero que todo vuelva a ser como antes», recalca.
Aimar Olaizola
El veterano delantero de Goizueta admite que los primeros días del confinamiento se le hicieron «un poco raros» por el hecho de no poder salir de casa. «Pero tengo la suerte de que alrededor de la vivienda cuento con un jardín y bastante espacio que me vienen muy bien porque, aunque parezco una persona bastante tranquila, soy muy inquieto y si me faltara lo pasaría bastante peor», destaca. Su rutina comienza prácticamente a la misma hora que antes de que tuviera que quedarse confinado. Desayuna y realiza distintas labores antes de que de se levanten sus dos hijos, con los que pasa una gran parte de las horas del día «jugando tanto a fútbol como a pelota».
Sin embargo, el navarro también saca tiempo para su preparación personal, algo que nunca descuida y que es uno de sus secretos para mantenerse en la élite tras 22 temporadas. «A lo largo de la semana cambio los ejercicios de las sesiones, pero suelo invertir una hora y media en cada una de ellas», apunta. Bicicleta estática, desplazamientos, ejercicios de fuerza... El repertorio es amplio. Tampoco descuida sus manos. Dispone de una pared sólida y bastante grande junto al garaje en la que se ejercita con pelota dura. «Incluso en algunas ocasiones me pongo los tacos y peloteo como si estuviera en el cuadro tres», añade.
Jokin Altuna
El de Amezketa realiza un par de sesiones físicas como mínimo seis días a la semana. «Primero desayuno bien y me tomo un pequeño descanso para hacer la digestión mientras leo el periódico para estar al día de todo lo que está generando la pandemia», recalca. Luego baja al garaje para meterse entre pecho y espalda unas sesiones de carga. Para la tarde deja los ejercicios de coordinación y velocidad. «En total serán una tres horas del día de físico», calcula. En este tiempo también incluye el trabajo con las manos en la pared. «Son nuestras herramientas de trabajo y una vez que volvamos a los frontones los primeros días vamos a estar con la duda de cómo nos van a responder», subraya. El guipuzcoano se esmera con una pelota dura sin protección «porque el impacto no es tan grande. Ya he empezado a notar que la piel se está picando por lo que trato de hidratarlas bien».
Altuna III también tiene claro que necesitarán un tiempo de adaptación «porque las distancias en el frontón y en el garaje son bastante diferentes. Cuando volvamos vamos a pasar muchas horas en la cancha», apunta. Hasta entonces, ya ha aprendido a «valorar otras cosas del día a día» y se ha adaptado a la situación actual.
Jon Ander Albisu
Al igual que al resto de sus compañeros, a Jon Ander Albisu las sesiones preparatorias le sirven para «llenar las horas del día». Tiene que sacar el coche del garaje para contar con espacio y realizarlas y, aunque no dispone de mucho material para hacerlas, se las apaña «porque si paramos la vuelta será peor». Reparte la intensidad de las sesiones según las jornadas, e incluso los espacios porque también cuenta con un pequeño jardín. Tampoco faltan los 20 minutos de manos. El de Ataun es zaguero y no puede buscar altura en el pelotazo, pero «me amoldo para tratar de que se mantengan en el mejor estado posible». Además, tiene un caserío en el que atiende a diferentes animales a los que tiene que ir a dar de comer cada jornada. «Se agradece porque te sirve para despejar un poco la cabeza», concluye.
Joseba Ezkurdia
Tras el último entrenamiento que hizo en su gimnasio de Pamplona antes del confinamiento fue previsor y se llevó a casa material con el que ejercitarse. Lo ha repartido entre su casa y la borda que la familia tiene en el monte Irañeta donde su padre cuenta con caballos. Así, además de ayudarle con el ganado, Ezkurdia dispone de más espacio para sus sesiones físicas. Las manos las ejercita peloteando contra una pared. «Me pongo una venda y me aguantan bastante bien». La primera semana de confinamiento le daba algo «de pereza» y solo entrenaba por las tardes pero, tras hablar con su preparador, a partir de la segunda cambió la mentalidad y ahora reparte el esfuerzo también por las mañanas. «Todo va bastante mejor».
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