Altuna, Rezusta e Iñaki Artola, que renunció a la final por lesión.

El monólogo de un gran campeón

La superioridad de Altuna convirtió en un trámite la final del Manomanista menos emocionante de la historia

Lunes, 21 de junio 2021, 03:54

Un duelo desequilibrado y un frontón muy grande casi vacío, con poco más de un centenar de personas en las gradas o en la contracancha, en su mayoría trabajando, eran las condiciones perfectas para que ayer tarde asistiéramos a la final del Manomanista menos emocionante ... de la historia. Ha habido otras finales con el marcador todavía más abultado que el 22-5 que Altuna III le infringió a Rezusta. Al menos tres: el 22-4 de Soroa a Barberito en 1954, el 22-2 de García Ariño I a Azkarate en 1963, o el 22-3 de Barriola a Beloki en 2002. Aquellos partidos, sin embargo, tuvieron un ambiente tremendo en las gradas del Astelena, el Beotibar y el Atano III. Entonces incluso se bebía y se fumaba en los frontones y el griterío de los pelotazales y los corredores de apuestas tiene ese aire denso y vibrante de las galleras mejicanas.

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Lo de ayer en Miribilla, sin embargo, fue todo lo contrario. Al llegar al frontón Bizkaia la imagen de los alrededores invitaba al visitante a imaginar una equivocación, un error en las fechas. Allí no podía estar celebrándose nada, a no ser que se tratara de una convención secreta, una quedada clandestina de alguna secta milenarista o algún grupo subversivo de antivacunas. Algo así. La puerta principal estaba cerrada y había que entrar a la cancha por una de las puertas laterales traseras. Apenas había gente en las inmediaciones. Lo que se dice pelotazales no pasaban de una veintena. Eran amigos de Rezusta. Habían llegado con una trikitixa y sentaron sus reales en la terraza de la taberna Artekari. Estaban contentos, por supuesto, pero tampoco se puede decir que tuvieran los ánimos por las nubes, como si en el fondo todos compartieran la misma premonición funesta.

El 22-5 de Altuna a Rezusta es la cuarta victoria más abultada en una final del Manomanista

el dato

Dentro del frontón se vivía un ambiente familiar. Los asistentes más o menos se conocían: cámaras, fotógrafos y periodistas, expelotaris en funciones de comentaristas, el finalista frustrado Iñaki Artola con su hermano, familiares o parejas de los dos contendientes, invitados de las empresas patrocinadoras, jueces, personal de Baiko y Aspe... Todo era recogido e íntimo. También inevitablemente desangelado. Cuando al terminar el partido previo a la final los intendentes de las dos empresas se pusieron a tapar con una cinta negra la línea de pasa en el 7 y colocar las pegatinas de la nueva en el 6 y medio dieron ganas de salir a la cancha a echarles a una mano y ayudarles a cumplir el trámite.

El genio de Amezketa, pleno de recursos, manejó el partido a su antojo desde el saque inicial

superioridad

La final no pasó de ser eso. Un trámite. Aunque las apuestas salieron 100 a 30, la diferencia debió ser mayor en favor del delantero de Amezketa, que tuvo también la ventaja de comenzar sacando tras acertar en el sorteo. Altuna se fue en un abrir y cerrar de ojos hasta el 7-0 con una exhibición de saques y remates. Su superioridad era absoluta. Letal con sus ganchos e impecable en defensa con su besagain y sus sotamanos, su rival se encontró a las primeras de cambio con una certeza demoledora: la de que hacer un simple tanto le iba a costar más que atracar la Reserva Federal de Estados Unidos. El primero lo consiguió Rezusta tras un pelotazo al colchón lateral de Altuna. En posesión del saque, el zaguero de Bergara intentó reaccionar, pero todo fue inútil. El partido volvió a su curso inicial, al monólogo de Altuna. Rezusta, de hecho, sólo pudo hacer ayer dos tantos seguidos, el 10-3 y el 10-4, ambos con dejadas de mérito. No llegó a más ante un enemigo muy superior y con evidentes deseos de resarcirse de la txapela que se le escapó a finales de noviembre ante Jaka.

Un grupo de amigos de rezusta siguió el partido en un terraza junto al frontón Miribilla. Luis ángel gómez

Un arsenal de recursos

Dos nuevos tantos del amezketarra llevaron el partido a un 12-4 en el primer descanso. Altuna ni se fue a vestuarios. Se quedó hablando con su primo Gorka, que le hace de botillero. Rezusta, en cambio, prefirió retirarse en compañía de su amigo y consejero Erostarbe. Se supone que para alejarse un poco de los focos y descansar tranquilo. Porque lo de buscar una táctica para intentar progresar en el partido era una utopía. Altuna, implacable, no dejaba un solo resquicio. Hacía exactamente lo que tenía que hacer, firme y seguro de sí mismo, del inmenso arsenal de recursos de que dispone y que le van a convertir en un pelotari de época.

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A sus 25 años, con la de ayer ya suma cuatro txapelas, dos en el Manomanista y otras tantas en el Cuatro y medio. Cuando el locutor de Radio Euskadi le recordó el dato a Juan Martínez de Irujo, el gran campeón de Ibero no dudó al responder: «Y las que vendrán». Desde luego, esa fue la sensación que quedó ayer en Miribilla cuando Altuna se fue como un tiró hasta el 22 -Rezusta sólo pudo hacer un tanto más-, levantó los brazos y subió a la grada a dar un beso a su hermana.

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