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La primera jornada de la liguilla de cuartos de final del Cuatro y Medio ya es historia. Cuatro partidos que han discurrido entre muchas luces y alguna sombra. Sin embargo, se han impuesto los que a priori partieron como favoritos. No suele ser lo habitual, ya que en el frontón no siempre se cumple la lógica.
En la pelota suele acontecer de todo. Sí es una verdad inviolable que la cancha pone a cada uno en su sitio, como he venido manteniendo a lo largo del tiempo. De esta fase me quedo con la actuación que tuvo Joseba Ezkurdia contra Laso. El de Arbizu, con la cara afilada y unos cuantos kilos menos, propició una paliza (22-9) a Laso, un referente en el último año.
El vencedor me gustó mucho. Siempre llevó la iniciativa en el peloteo, sacó como un tiro, fino en el remate como en defensa, y solamente cometió un error. Se movió en la cancha con la soltura de una gacela y mostró un toque de pelota explosivo que dejó en pantuflas a su rival. El ritmo que impuso fue mareante. En mi opinión es uno de los candidatos a la 'boina'.
A Unai Laso se le vio angustiado. Hundido. Arrollado e incapaz de contener aquel tornado que se le vino encima. Estuvo muy por debajo de las expectativas. Queda la eterna pregunta que nos hacemos siempre tras un resultado tan escandaloso. ¿Tan bien estuvo el navarro y tan mal el derrotado? Vaya usted a saber.
La puesta en escena del delantero número uno de la modalidad de mano, Jokin Altuna, dejó un cúmulo de dudas en su enfrentamiento con Elordi, que partió como víctima propiciatoria pero bajó al favorito de su pedestal y se las hizo pasar canutas. Por cinco (22-17) se impusó el de Amezketa, a quien le invadió la congoja y se encontró con un hueso duro de roer. El vizcaíno exhibió su mejor versión y no dio una puntada sin hilo. Encomiable su comportamiento ante un campeón.
En el choque entre Bengoetxea VI y Peio Exteberria asistimos a un pulso completamente desequilibrado. El de Leitza, poseedor de un palmarés deslumbrante, ofreció una imagen paupérrima. No pasó de ocho tantos y quedó patente que entre su físico y el del contrario hay un abismo. El de Leitza estuvo muy lejos del pelotari por todos conocido. Discurrió en otra dimensión. Se sintió muy incómodo, como si sobre sus hombros llevara una pesada losa. Todo lo contrario del que llegó a 22. Rápido y y debidamente colocado en la cancha.
El martes en el Beotibar se citaron Urrutikoetxea y Jaka. Se impuso el de Zaratamo, 22-18, pero sudo tinta y una gran tiritona. Estuvo adelantado en el marcador, 21-6, y el choque pareció visto para sentencia. Sin embargo, se repuso el rezagado e hizo temblar las tesis de los corredores de apuestas.
Conviene recordar que el frontón tolosarra es territorio de volteretas. El 1 de noviembre de 1964. Ogueta y Fernando Tapia ganaban 21-4 a Barberito I y Azkarate. Pero surgieron los duendes del suspense y los rezagados se hicieron con la victoria, 22-21. Cosas de la pelota.
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Silvia Cantera, David Olabarri y Gabriel Cuesta
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