La lección de un gran maestro

Es el caso de Aimar Olaizola. Un delantero que viene derrochando vergüenza profesional a lo largo del Campeonato de Parejas. El pasado viernes en Zumaia le echaron al ruedo a unos miuras, encastados y de mucho empuje, Jaka y Zabaleta, que lideran la competición con gran autoridad. El de Goizueta llevó como guardaespaldas a Aranguren, que tomaba la alternativa entre los grandes espadas.

Era un reto, un gran reto. De esos que definen a los pelotaris de raza. Sin embargo, el veterano que milita en la empresa Baiko no se achicó. Se vino arriba y se dispuso a vender muy cara la derrota. Desde el primer tanto dio rienda suelta a la imaginación y creatividad. En ataque y defensa estuvo espléndido.

Cayó derrotado, 17-22. Es lo de menos. Hay derrotas con cierto sabor a victoria. De su mano izquierda salió la mejor jugada de la noche. Tras un intercambio de pelotazos, con un ritmo vertiginoso, se plantó en medio de la cancha. Metió cintura. Armó su brazo y marcó un dos paredes de esos que levantan los corazones de los puristas.

Llevando a cabo con frialdad la lectura de lo que fue el partido hubo un hecho trascendente. Zabaleta, que se ha erigido en el número uno de los zagueros, casi siempre tuvo detrás de sus espaldas a Aranguren, que hizo un derroche de facultades y se defendió de aire como un coloso. Este dominio del escudero de Jaka le sirvió para tener muchas más oportunidades para acabar el tanto que el benjamín de los Olaizola. Fue el partido de la jornada.