El día que Irujo devolvió la pelota a Bilbao

En unos terrenos cedidos por el Ayuntamiento en Miribilla, se erige elegante el frontón Bizkaia. Su exterior negro, que ha sufrido algún problema en fachada, llama la atención de los conductores cuando acceden a Bilbao desde la A8. Vigía del puente de Miraflores, costó 24,4 millones de euros y sorprendió de inmediato por el color negro de su frontis y pared izquierda. Obra de los arquitectos Javier Gastón y Marcelo Ruiz, cuenta con 3.000 asientos y causó una maravillosa sensación en todos los que asistieron a su inauguración. «Está fenomenal. Es impresionante. Nos encanta», comentaron aquel 19 de marzo Isaac Esteban y Julio César Labra, dos de los nueve amigos que llegaron desde Zamora para presenciar el estreno de este templo con dos de los mejores jugadores del momento sobre la cancha.

Por un lado, Martínez de Irujo. Del otro, Olaizola. A las 18.19 salió a calentar el pelotari de Goizeta con Begino. Dos minutos más tarde, el ya retirado delantero con su compañeros David Merino. Estaba cerca el gran momento. Uno de los muchos que ha vivido este frontón que, poco después, el 17 de abril, sirvió de escenario para la final del Parejas. La mano en Bilbao volvía a tener un hogar. El mejor, como se encargaron de recalcar Iñaki Azkuna, entonces alcalde, y José Luis Bilbao, exdiputado general.

El 5 de marzo se había producido la inauguración institucional de una obra que implicó a casi 900 trabajadores, con 110 empresas, casi todas del territorio histórico. Tras la bendición de Jesús Garitaonandia, rector de la Basílica de Begoña, Jesús García Ariño, dos veces campeón del Manomanista, descorchó el frontis. Restó Iñaki Gorostiza. Atento, los observó Hilario Azkarate. Tres de los grandes de la pelota en Bizkaia unidos en el nuevo hogar de la pelota, con 38 metros de longitud, escenario de múltitud de enorme duelos, de encuentros decisivos en busca de la txapela. El lugar que, el 5 de abril de 2020, iba a coronar a dos nuevos campeones del Parejas. Ahora habrá que esperar. Como aguardó Bilbao para contar con un recinto digno para la pelota mano. Aunque hoy hace nueve años, esa deuda se saldó.