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Juan Pablo MArtín
Domingo, 24 de marzo 2019
Irribarria y Zabaleta terminaron la liguilla de semifinales del Parejas como querían: Imbatidos y con las sensaciones intactas de cara a la final del 7 de abril. Los de Aspe consiguieron un triunfo solvente frente a Víctor y Albisu, que les permitirá llegar ... con la moral por las nubes al choque cumbre tras comprobar que todo marcha según lo esperado. La confianza que transmiten es mucha, y de ella tiraron para solventar un compromiso en el que no tenían nada en juego ante una combinación rival que prometió pelea y la ofreció, pero que tuvo que rendirse a la evidencia. El punto en el que se encuentran el de Arama y el de Etxarren es idóneo y hay muy pocas cosas que puedan desestabilizarles. Se contagian la seguridad, y si a eso se le añade la pegada con la que cuentan los rivales poco tiene que hacer. Ponen el ritmo a la contienda, colocan la pelota muy atrás, y al guipuzcoano no se le encoge el brazo a la hora del remate.
Es la fórmula casi perfecta para afrontar un partido. Ayer arrancaron mandones con Irribarria marcando las diferencias en los cuadros alegres y estuvieron siempre con el viento a favor. Fue igual que Albisu volviera a firmar otro buen encuentro y que devolviera pelotas desde el rebote casi imposibles por los recursos con los que cuenta. La insistencia tuvo su premio y cuando no fue el delantero, fue el zaguero el que puso la bola fuera del alcance de sus rivales. Entre ambos se fabricaron 16 tantos -uno con la jugada inicial-, y con esos porcentajes resulta demasiado complicado que se les escape un encuentro.
Los de Baiko fueron siempre a remolque y terminaron por desengancharse. Víctor se empeñó en jugar a la izquierda de Irribarria en algunas situaciones y pudo comprobar que ese no era el camino. Rectificó a tiempo y abrió bien ángulos con el gancho, pero ya era demasiado tarde.
Y es que, si los de azul toman una diferencia de media docena de tantos nada más comenzar es demasiado complicado darles caza. Hubo algunos momentos en los que los colorados dieron que pensar y se colocaron a dos tantos de desventaja (7-9 y 8-10), pero fue algo pasajero.
Frente a Irribarria y Zabaleta cualquier pelota servida o mínimo error se paga. Empiezan a dominar y su momento dulce hace el resto. En el ecuador de la contienda sumaron una tacada de siete tantos que resultó definitiva. A partir de entonces solo hubo que esperar a que alcanzaran el cartón 22 porque se les vio a gusto sobre la cancha.
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