Juan pablo martín
Miércoles, 13 de mayo 2020, 00:26
Hace un año por estas fechas, Iker Irribarria estaba preparando la semifinal que tenía que jugar el fin de semana contra Danel Elezkano en el frontón de Eibar, que a la postre ganó y le dio la opción de sumar su segunda txapela del Manomanista. ... El campeonato previsto para este año por la empresas tenía un formato nuevo de liguilla y, a mediados de mayo tenía que estar en plena ebullición. Sin embargo, los frontones siguen vacíos tras la pandemia y el futuro a corto plazo no es nada halagüeño. Pero el delantero guipuzcoano no pierde la esperanza de poder defender el título cosechado en el frontón Bizkaia. «Me gustaría que se jugara. Es la modalidad en la que más cómodo estoy, aunque soy consciente de que habrá que esperar a ver lo que dicen las operadoras».
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Para el de Arama puede ser una forma de reivindicarse, «visto cómo me ha ido en el Cuatro y Medio y en el Parejas». El acotado se le volvió a resistir el pasado mes de octubre. No termina de cogerle las medidas a las distancias cortas. En el campeonato más largo y exigente tampoco le fueron las cosas como esperaba y su empresa decidió apartarle a falta de una jornada para la conclusión de la liguilla de cuartos. Fue un duro golpe para él pero ya está superado, «aunque hay cosas que nunca se olvidan».
Después de aquel mal trago habló con el técnico Jokin Etxaniz y comenzó a preparar el Manomanista. También tuvo la oportunidad de jugar un encuentro de parejas en Mallabia que le sirvió para corroborar que estaba en el buen camino. Llevaba tres entrenamientos específicos del mano a mano cuando llegó la crisis del coronavirus.
Luego tocó entrenarse en casa para mantener el tono físico y «sacar el coche del garaje para poder calentar las manos en sus paredes. Tengo un hermano más pequeño con el que jugaba con la 'goxua' -blanda-, y luego me ponía el esparadrapo para estar con la dura cerca de un cuarto de hora», resume. El frontón de su localidad está a ochenta metros de su casa, pero tuvo que conformarse con mirarlo desde la ventana.
Sin embargo, con la llegada de la desescalada, el ayuntamiento le dio permiso para que pudiera pelotear en solitario sobre la cancha y acude regularmente para que sus manos «vuelvan poco a poco a la normalidad». Sin prisa. Es consciente de que después del confinamiento todo necesita un tiempo.
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Aunque reconoce que «para el espectáculo no es lo mejor», estaría dispuesto a jugar a puerta cerrada «si fuera la única opción posible por el momento. Creo que los aficionados también lo agradecerían», añade. Mientras, espera para ver cómo se desarrollan los acontecimientos, con el Manomanista siempre en mente.
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