Irribarria, doble campeón del Manomanista, se retira con 26 años

El de Arama renunció a la pasada edición del Cuatro y Medio argumentando problemas en la rodilla derecha. Había sido operado el 10 de marzo de 2021 en Vitoria y reapareció seis meses después. Irribarria posee dos txapelas del Manomanista (2016 y 2019), cosechadas frente a Mikel Urrutikoetxea. Asimismo, alcanzó la final del 2017, que fue para Oinatz Bengoetxea. En su palmarés figura además un título del Parejas (2017) con Beñat Rezusta como compañero de baile.

En su día tuvo que elegir entre el baloncesto y la pelota y se decantó por lo segundo. No se equivocó. Lo tuvo claro. Llegar a la cúspide del mundo de la canasta era bastante más complicado que hacerlo en los frontones. Jugaba de alero, llegó incluso a disputar una MiniCopa con el Bilbao Basket en 2010, pero se decantó por la pelota más dura. La que muchos dejan por mal de manos en categorías inferiores. Fue en las paredes de su pueblo donde empezó todo, y siguió en la escuela de pelota de la localidad vecina. Posteriormente pasó al club de Amezketa, donde coincidió con Altuna III.

Así comenzó su andadura este zurdo de pegada inmaculada que asombró a los técnicos de Aspe desde muy joven - le firmaron un precontrato con 15 años-. Lo ficharon como una promesa, igual que a otros, pero el de Arama tenía algo más. Su zurda era un cañón, por lo que desde pequeño mucha parte de su trabajo se centró en la derecha.

Ha contado en más de una ocasión que su padre le obligaba a trabajar con la diestra el doble que con la otra mano en cada entrenamiento para lograr la compensación en su juego. Procede de una familia con mucha afición a este deporte, por lo que sabían lo que tenían entre manos.

Cuando los técnicos de su empresa consideraron que estaba preparado dieron el paso. Irribarria aceptó el reto. Y cuando cumplió la mayoría de edad se vistió por primera vez de blanco en el Astelena de Eibar. Desde entonces creció con gran rapidez. Se ganó un puesto en el Parejas, pero no tuvo excesiva fortuna por una lesión de larga duración de Zubieta y aprovechó el torneo para aprender. Aspe también quiso que se fogueara en el Manomanista. No tenían prisa, pero su nombre ya había ganado algo de peso entre la afición y no perdían nada vistas las enormes facultades que tenía para jugar en solitario en toda la cancha.

Sin embargo, cuando nadie se lo esperaba, se plantó en la élite por la puerta grande. Comenzó a sortear obstáculos y llegó hasta la meta. Este miércoles explicará por qué ha decidido cerrar esta etapa tan pronto.