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Siempre es conveniente echar un vistazo al pasado. Retirar la bruma que lo envuelve y sacarlo a la luz del presente para enseñanza de los más jóvenes. Hay partidos y partidos. Finales y finales, que permanecen frescas en mi memoria por la gran repercusión que ... tuvieron en su día. Hay hechos que los engrandece el paso del tiempo. Y el que voy a relatar a continuación es uno de ellos.Perdurará en mi memoria para siempre.
Corría el 22 de enero de 1994. Ocurrió, por tanto, hace 25 años. En la final del Parejas entraron cuatro deportistas que son leyenda pura de la pelota a mano profesional. Retegui II-Beloki contra Titín III y Fernando Arretxe. Un cuarteto de auténtico lujo. Un cartel de tronío. Una amalgama entre veteranía y juventud. El más seductor de ellos, el delantero de Erasun, que contaba con una buena colección de títulos y popularidad.
Se produjo un hecho singular en los días previos. Asegarce, que era la que monopolizaba el mercado por aquel entonces, fue recogiendo encargos de entradas sin ton ni son. Sin ningún orden. Todavía no había ordenadores. Con bolígrafo y papel se registraron todos los pedidos. Muy pronto se dieron cuenta de que se había rebasado con creces el aforo del frontón Ogueta, el escenario fijado para el partido a las 11.00 de la mañana.
Más de 3.500 pedidos. ¿Cómo salir de aquel embrollo? Rafa Echeverría, responsable de la logística de la empresa bilbaína, tuvo que llamar a cada uno de los solicitantes, y rebajar la cantidad demandada hasta llegar a los 3.000 asientos. Se vendieron paseos de cancha y de grada a porrillo. El recinto de Mendizorroza, abarrotado. No cabía un alma. El ambiente era indescriptible. Los seguidores de Titín III llegaron a cientos de La Rioja con banderas y algún bombo que otro.
Las apuestas de salida muy favorables a la pareja navarra. Pese a su edad, la cátedra mantenía su devoción por Julián Retegui. Ya había traspasado la barrera de los cuarenta. Hubo empate a 3 y el marcador se rompió a favor del riojano y el palomero de Valcarlos: 3-9 y 4-12. Todo parecía decantado. Sin embargo, los rezagados tiraron de orgullo, y acercaron posiciones: 12-14 y 13-15. La grada rugía y la emoción era desbordante. Increíble.
Llegó la hora de Titín III, un joven ambicioso y con muchas ganas de gloria. El riojano tiró de repertorio. Al mismo tiempo que Rubén Beloki sufrió en su cuerpo joven la brega a la que le había sometido su homólogo en la zaga. Y finiquitaron la final con solvencia (14-22) ante el delirio de sus seguidores. Las autoridades, con el lehendakari José Antonio Ardanza a la cabeza, tuvieron serios problemas para entregar las medallas y txapelas a los pelotaris sobre la cancha.
Julián, en la rueda de prensa, confesó. «Ha sido uno de los días más negros de mi carrera, se me iban las pelotas de la mano y no gozaba. El ritmo del encuentro lo han llevado Fernando y Titín, y no han dejado pasar la oportunidad, hay que admitir la derrota y no hay excusas que valgan». Por su parte, el riojano agradeció el apoyo de sus paisanos, «han sido parte esencial de la victoria, ya que me han llevado a volandas hasta el tanto 22».
En mi opinión ha sido la final que más poder de convocatoria ha suscitado a lo largo del tiempo. Se desbordaron todas las previsiones, tanto en aceptación por parte de los pelotazales como de la difusión mediática. En esa matinal del 22 de enero de 1994 todo el planeta pelotazale estuvo pendiente de ese partido en el que se jugaron millones de pesetas de las de entonces. Hubo muchos apostantes que salieron trasquilados de Vitoria.
Beñat Rezusta, el zaguero zurdo de Bergara, va a disputar el próximo domingo en el frontón Bizkaia su cuarta final consecutiva. Nadie se acuerda de que Retegui II y Fernando Arretxe también tienen puesto ese mismo registro en el gran libro de la pelota vasca. Queda escrito y dicho para que a nadie se le olvide.
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