El hambre de Jokin Altuna

A sus 26 años lleva camino de marcar una época en la pelota. El domingo juega su séptima final consecutiva dentro del Cuatro y Medio, undécima de su carrera. Jokin Altuna es un inconformista de la pelota. «Quiero ser mejor cada semana». Esa es su motivación. Los títulos cosechados hasta el momento solo son una consecuencia de ello. «Valoro mucho lo que estoy haciendo y sé que no es normal, pero te da mucha fuerza para seguir igual». En un deporte en el que todo va muy rápido y en el que casi no hay tiempo para saborear los títulos, de momento, quiere disfrutar más «con lo que hago que con lo que he conseguido». Las txapelas se valoran mucho más al final de la carrera, y no es su caso. De todas formas, para Altuna III ganar a Irujo u Olaizola II, sus ídolos de pequeño, ha supuesto bastante más. «Jamás he sentido esa felicidad en un frontón como cuando superé por primera vez a las mayores estrellas que ha dado la pelota».

La calidad que atesora le permite tener objetivos a corto plazo. Siempre es uno de los candidatos a estar en la pelea, y eso es un acicate cada vez que encara un campeonato. Nota que a estas alturas ya no solo se le exige jugar bien «sino ganar», pero no es algo que le incomode porque «siempre he sido muy exigente conmigo mismo». «Si tienes una metodología y estas centrado no hay que mirar lo que piensen los demás». Ha aprendido a gestionar la presión. Para muchos aficionados que el de Amezketa salga como favorito en cualquier torneo implica tener que llegar siempre al choque cumbre y no es sencillo de sobrellevar. «Pero es cierto que lo ves con otros ojos cuando llegas a la primera final que a la undécima».

Hasta ahora las cosas le han ido «muy bien». «Estoy en una edad para seguir creciendo». Se siente «un afortunado» porque ve a pelotaris de su quinta que acaban de alcanzar por primera vez una semifinal y sabe lo que han tenido que trabajar para conseguirlo. «Si valoras lo que hace tu rival, te valoras más a ti mismo».

Pero es consciente de que su situación puede cambiar en cualquier momento. «Los bajones llegarán. Me ha salido bien hasta ahora pero sé que esto se acabará algún día y cuando lo haga no me voy a poner nervioso», admite. El pasado verano fue irregular para el guipuzcoano por culpa de las lesiones. Pero se quedó con los aspectos positivos. Siempre lo hace. Ese es otro de sus secretos. Tuvo que parar, pero llegó mucho más fresco tanto física como mentalmente al Cuatro y Medio. Echó en falta la «adrenalina que dan los partidos», pero su hambre por competir aumentó.

Se siente cómodo en un distancia como la del acotado. «A los pelotaris técnicos nos viene bien». Es la que más exigencia requiere. El ritmo cada vez es mayor porque el material es más rápido, «y cuando el rival ataca es muy difícil contrarrestar su juego». «Hay que estar muy preparado», destaca. Todo se acelera. «Tienes un segundo para pensar y eso no se puede trabajar antes. Haces lo que te viene en ese momento a la cabeza, por eso necesitas estar mentalmente muy centrado para acertar».

En el Cuatro y Medio ha desaparecido el pelotazo largo para sacar al rival hacia atrás. Todo discurre hacia adelante. «Si reculas tienes problemas». Se achican los espacios. «Con este tipo de pelota cuando coges el saque tienes el poder». Cuando Altuna III entró en la 'jaula' todavía se jugaba «a fabricar el tanto y acabarlo». Ahora no hay tiempo.

Y su rival en el Bizkaia se caracteriza por la velocidad que imprime a la pelota, por lo que el guipuzcoano sabe que le va a tocar sufrir. «El navarro es un portento. Si no le mueves es imposible ganarle, pero incluso llegando en posiciones forzadas te puede hacer una avería», subraya. Tiene claro que como no consiga incomodarle «me va a ganar». «Con la derecha a bote toca muy bien la pelota y cuenta con una gran defensa, pero tengo motivos para confiar en mis posibilidades». Está en el momento justo en el lugar preciso otra vez.

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