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Eran otros tiempos, 1953. La pelota a mano era otra cosa a la de hoy en día. Auspiciada por la Federación Española, que era la que marcaba las directrices competitivas en los frontones industriales, se puso en marcha el Torneo del Cuatro y Medio. Empresas Unidas, que ejercía un monopolio abusivo, acogió la idea a regañadientes. Sus dirigentes no eran proclives a innovaciones programáticas.
Duró en derretirse la competición lo que le dura a un niño un polo en pleno verano, cuatro años. El último campeón (1957) fue José Mari Palacios Ogueta, que protagonizó una final excelsa contra Barberito I para el recuerdo. Desde entonces pasó a formar parte de la calleja del olvido. Hasta 1989 no volvió a la cartelera que giraba principalmente en torno al Manomanista y el Parejas. Los eruditos la llamaron la 'jaula'.
Retegui II, que tenía entonces 35 años, fue el campeón al arrollar 22-6 a Ladis Galarza. Recuerdo que las gradas del frontón Anoeta estaban desiertas. Y los años posteriores, más de lo mismo. Los pelotazales consideraban que era una competición trasnochada y que las empresas la resucitaron con un único fin recaudatorio. Fue a mediados de la década de los 90 cuando adquirió su máximo esplendor.
Treinta años han transcurrido desde entonces. Media vida. En esta larga vereda prácticamente han transitado los navarros. Exceptuando a Mikel Unanue (1994), Titín III (2007), Sebastián González (2009), Mikel Urrutikoetxea (2015) y Jokin Altuna (2017), el resto de campeones tienen la etiqueta de origen del viejo Reino de Navarra. Dominio aplastante. La mejor final de la historia aseguran que la protagonizaron Julián Retegui y Titín III , un 13 de diciembre de 1997 en el frontón Ogueta, que cayó del lado del de Erasun, 22-21. Fue un partido de auténtica locura, de infarto.
Hoy se verá una nueva versión. Se vuelven a ver las caras por segundo año consecutivo, Ezkurdia y Altuna III. Navarro contra guipuzcoano. ¿Quién ganará? Esos hombres, corredores de apuestas, llamados cátedra, adelantan que el dinero saldrá sin ponerse la pelota en juego, 100 a 50 a favor del delantero de Amezketa. Estos son los pronósticos en las horas previas al gran duelo.
¿Porqué esos momios tan considerables? Basan sus tesis en que el de Amezketa «llega en un momento acaramelado de juego». Su paso a lo largo de esta edición ha sido inmaculado. Su juego ha devuelto la grandeza al torneo y sus actuaciones, sobre todo la última ante Unai Laso en Miribilla, estuvo preñada de aciertos y de una belleza inconmensurable.
Sin embargo, no hay que subir a la torre y lanzar las campanas al vuelo. Los partidos hay que ganarlos en la cancha, pelotazo a pelotazo y con la mayor inventiva posible. Jugar en este acotado conlleva, además de ganarle la mano al contrario, saber buscar los ángulos de las líneas y hurgar en esos recovecos donde es muy complicado llegar. El disparo inicial es fundamental.
La verdad es que van a reñir dos gallos en la misma jaula. Y ya se sabe que dos gallos en el mismo gallinero es sinónimo de peleas continuadas. El Navarra Arena, un escenario poco común para este tipo de acontecimientos, tiene un suelo que aún está sin hacerse. Respecto a los contendientes están moldeados con distinta pasta. Ezkurdia, vigente campeón, es todo un mastodonte. Mide 1.91 y pesa 84 kilos. Le imprime a la pelota una velocidad tremenda y basa su ataque en la volea, tanto de abajo como de arriba. Altuna III es una figura escuálida, 1.80 de altura y 71 kilos, pero es pura fibra. ¿Ganará Goliat o David?
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