Fiebre por la final más grande

Hasta las propias empresas se mostraron sorprendidas por el ritmo nada más sacar a la venta las 2.500 entradas -las otras 500 son para sus compromisos- por Internet. En poco más de dos días, tres cuartas partes del aforo estaba completo sin conocer quiénes iban a disputar el encuentro. Descendió algo a partir de entonces pero conocer el nombre de los protagonistas el fin de semana pasado supuso el arreón definitivo.

No resulta sencillo llenar un recinto de esta capacidad en una final del Manomanista. El Bizkaia es testigo de ello. El frontón de la capital vizcaína ha acogido este partido en diez ocasiones en los últimos años y tan solo ha colgado el cartel de no hay billetes en tres. Las dos primeras, 2011 y 2012, con el tradicional duelo entre Irujo y Olaizola II, y en 2018 en el que supuso el enfrentamiento intergeneracional entre el delantero de Goizueta y Altuna III. En 2014 se jugó en el Atano III de San Sebastián y se llenó, pero su capacidad es de 1.600 espectadores.

El hecho de que el partido más grande el año se juegue por primera vez en el Navarra Arena y de que el Manomanista venga de disputar sus dos últimas finales a puerta cerrada por la pandemia han influido a la hora de explicar la premura a la hora de adquirirlas entradas por parte de los aficionados. Que hayan pasado ocho desde que el choque cumbre no tenía a dos protagonistas navarros también ha tenido su peso.