juan pablo martín
Miércoles, 28 de julio 2021, 00:29
Su imagen abandonando el frontón Bizkaia en camilla, por inusual en la pelota, todavía está fresca en la mente de los aficionados. Fue la jornada que estrenaba la camiseta de su nueva empresa, Baiko, y a las puertas del inicio del Manomanista que tenía que ... defender. Hace 80 días que a Erik Jaka el corazón le jugó una mala pasada. Una pericarditis cortó en seco su trayectoria. El domingo pasado en Gatika el delantero de Lizartza regresó a las canchas, «con ilusión y muchas ganas». Estaba de vuelta después de superar una dolencia poco común en este deporte, que le tuvo en vilo durante las primeras horas en las que incluso pasó «miedo», pero de la que, dos meses y medio después, no se acordó cuando, vestido de blanco, pudo jugar su primer partido del Masters. «Tenía todas la garantías de que no iba a pasar nada».
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Atrás quedaron las cerca de tres semanas que tuvo que estar en el sofá sin hacer esfuerzos físicos, a las que siguieron «los paseitos suaves y las pruebas correspondientes» para ver cómo, poco a poco, su dolencia remitía y su vida ganaba en intensidad. Había que evitar las prisas por volver, «y por seguridad hice todo lo que había que hacer porque lo más importante es la salud».
Una vez que las distintas pruebas médicas corroboraron que todo estaba en orden llegaron los primeros sudores por la actividad física y la hora de volver a ponerse los tacos para entrar al frontón. Tampoco quiso forzar su regreso. Había tiempo. El pasado 12 de julio estuvo en la presentación del torneo de verano en Vitoria. De nuevo con sus compañeros, aunque fuera en un acto institucional. Para entonces Jaka ya llevaba un par de semanas en plena faena para tratar de recuperar sensaciones en la cancha, y había constatado que, a pesar de estar parado, «la base de su forma física se mantenía». Que Baiko apostara por él para el campeonato estival fue un impulso importante desde el punto de vista psicológico -«a lo largo de toda la recuperación han estado para todo lo que he querido»-, pero necesitaba afianzar su nivel «y evitar así fastidiar a mi compañero», y renunció a la primera jornada.
El domingo llegó la prueba de fuego y a pesar de terminar «enfadado» por la derrota, el guipuzcoano se fue con buenas sensaciones para casa. Se cansó, pero comprobó que su cuerpo respondía y que conseguía darle la vuelta a la situación. «Se dieron tantos duros en los que tuve que esforzarme, pero logré recuperar bien. Terminé sin molestias físicas, que era lo importante». Le faltó agresividad, pero a la hora de defender y de ayudar a su compañero «me sentí bien». Le costó meter bien la pelota en la mano para poder hacer más daño, «me faltó rapidez y anticipación, pero eso se corrige a base de encuentros».
Todavía tiene cinco por delante, y alguno más si consigue estar en la siguiente fase. «El Masters me vendrá bien para ir cogiendo ese juego que me falta». Es lo único que le queda pendiente. La pericarditis ya es historia. Tras dos meses y medio, su primer examen fue satisfactorio. «Las cosas van bien. Este es el camino».
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