«He estado enfermo por coronavirus, pero ya me he curado»

No sabe ni cómo ni cuándo se contagió de coronavirus, pero Andoni Aretxabaleta es el primer pelotari profesional que ha admitido que tuvo que superar la enfermedad el pasado mes de marzo. «Estuve bastante mal una semana y luego me ha costado volver a la normalidad», destaca. Todo comenzó un viernes a mediados de mes. Empezó a tener mal cuerpo una mañana pero tampoco le dio excesiva importancia. Sin embargo, los días siguientes las cosas fueron a peor. Apareció la fiebre y lo hizo con bastante intensidad. «Llegué a tener más de 39 y pasé todo el fin de semana bastante mal», destaca.

Visto que la situación iba a peor, el lunes decidió llamar a urgencias porque la fiebre no remitía y estaba pasando factura en su cuerpo. «Me dijeron que tenía 27 años y que no podían ingresarme porque estaban desbordados. Me recomendaron paracetamol y me tocó pasarla en casa», admite. Pasó todo el proceso en Mungia.

Encerrado en su cuarto con su pareja como único apoyo, el de Markina estuvo dos días metido en la cama sin que su situación variara en exceso, y tomando duchas de agua fría con el objetivo de controlar la temperatura corporal. «Me alivió bastante, pero fue una semana jodida», resume. A pesar de ser un deportista de élite el virus le dejó bastante mermado. «Después de superarlo tuve que hacer la cuarentena en la que tampoco podía ejercitarme, y después de quince días estuve otra semana más sin salir por si acaso y evitar así contagiar a alguien», resume.

Posteriormente, Osakidetza le llamó para que pasara las pruebas pertinentes y para conocer su estado. «Me hicieron dos y reflejaron que había pasado el virus, que ya no lo tenía, y que había generado anticuerpos», apunta. Lo más curioso de todo es que su pareja también las pasó y dio negativo. «Si es tan contagioso es una situación un poco rara, porque los primeros días la convivencia fue normal», se cuestiona.

Según llegaron las fases de la desescalada y las autoridades permitieron circular por el territorio, el zaguero de Baiko Pilota decidió cambiar su piso de Mungia por el caserío de la familia de su compañera situado en la pequeña localidad de Mendexa. De esta forma podía tener más facilidades, al contar con bastante más espacio, para poder reanudar sus entrenamientos.

«A la paliza del coronavirus hubo que sumarle que estuve muchos días parado, por lo que el cuerpo se resintió bastante y lo noté cuando volví a reanudar las sesiones físicas», señala. Tuvo que recuperar de nuevo la forma con los medios que tenía en casa. Poco a poco, a base de constancia, ha vuelto a ser el mismo, aunque considera que todavía le falta para llegar al punto en el que estaba antes de sufrir la enfermedad. El hecho de residir en un municipio de menos de 5.000 habitantes también le permitió ampliar sus posibilidades en el apartado físico al no contar con horarios para hacer deporte.

Además del apartado físico, con el paso de las fases, el markinarra también ha comenzado a trabajar en el frontón de forma individual y ha constatado la mejoría. «De momento no he tenido ninguna secuela, pero para volver a tener un buen físico he tenido que trabajar el doble», apunta.

Todo, con la incertidumbre de no saber cuándo iban a vestirse de blanco porque no contaban con noticias de su empresa. Ayer supo que Aspe tiene previsto reanudar su actividad a principios de julio y, aunque no es la empresa de la que forma parte, la noticia supuso un pequeño rayo de luz. «Es algo esperanzador y parece que se puede encaminar la cosa. A ver si las promotoras llegan a acuerdos de forma rápida y podemos empezar nosotros también», subrayó. Para entonces espera que su cuerpo y sus manos estén en plena forma. Lo peor ya ha pasado.