Elordi logra el más difícil todavía y jugará la final del Manomanista

El vizcaíno se ha ganado la oportunidad de discutir el protagonismo a Altuna III el próximo día 4 en el Bizkaia de Bilbao. La revelación de la temporada quiere más. Llegó a la competición de rebote y sin preparar la modalidad, pero con la inercia de la txapela del Parejas, y ha demostrado que era muy fuerte. Sobre todo psicológicamente. El de Mallabia ha crecido dentro del campeonato conforme las cosas le salían y ha obtenido el premio al trabajo realizado durante los últimos años para ganar consistencia en todos los aspectos.

Haga lo que haga en la final, ya es uno de los grandes. En apenas ocho meses ha dicho aquí estoy yo y ha devuelto a Bizkaia al primer panorama de la pelota. Desde que Urrutikoetxea jugará su última final del mano a mano en 2019 habían llegado otros títulos, pero faltaba poder luchar por el más preciado.

Elordi aprende rápido. Lo ha demostrado en un partido que siempre ha llevado de cara porque ha sacado mucha rentabilidad a su saque y no se le ha encogido la mano en el remate. Su derechazo largo y bien colocado también ha hecho daño a un Darío al que le ha costado sentirse cómodo sobre la cancha y no ha gozado la pelota lo que en partidos anteriores.

La primera parte del vizcaíno ha sido casi perfecta y ha llegado al ecuador con ocho tantos de ventaja (3-11). Muy centrado en lo que tenía que hacer, la toma de decisiones casi siempre ha sido la correcta y con el centro de la cancha tomado todo resulta más sencillo. Dos de los tres tantos del de Ezcaray han llegado porque la dejada le ha jugado una mala pasada al vizcaíno.

Sin embargo, todavía quedaba mucho que pelear porque el colorado no es de los que da su brazo a torcer. Pero necesitaba rentabilizar más su saque para lograr una tacada que le metiera definitivamente en el choque y, poco a poco, lo ha hecho. El riojano ha sacado los dientes y ha obligado a Elordi a exprimirse para gestionar una situación que se le empezaba a complicar porque el dos paredes de su rival le ha hecho daño y no ha estado tan fino en el resto.

El de Ezcaray ha llegado a colocarse a tres tantos (12-15) después de que, hasta entonces el de Mallabia manejara distancias que rondaban el doble, pero le han entrado las prisas. Un dos paredes a pies parados cuando tenía tiempo para colocarse mejor se le ha ido fuera, y ese ha sido el principio del fin para él. El que ha vestido de azul por contra ha seguido con la cabeza fría y eso le ha valido que, a pesar de que las fuerzas comenzaban a escasear, volviera a colocar la jugada inicial a la perfección en pared y que la iniciativa estuviera en sus manos. Ha insistido en cruzar con su derecha y ha movido bien a su rival para sumar seis tantos consecutivos que le han plantado a falta de uno para el final.

Todavía le ha tocado sufrir un poco más porque estando tan cerca el corazón a veces puede a la cabeza, pero su error ha tenido solución a tiempo. El gancho, el golpe por el que siempre ha destacado, le ha sacado del apuro y la sonrisa.