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El deporte de la pelota vasca vive momentos trascendentes y controvertidos en cuanto a su organización y proyección internacional. La entrada de la Federación Vasca ... en la FIPV como miembro de pleno derecho, producida el 28 de diciembre, puede ser un buen momento para echar la vista atrás. Para recordar algunas circunstancias del pasado que quizás expliquen, todavía, reacciones del presente, singularmente algunas posturas carpetovetónicas.
Traemos aquí dos documentos históricos que pueden hacer entender cosas. El 19 de mayo de 1929 se creaba en Buenos Aires la Federación Internacional de Pelota Vasca, cuya acta de fundación era suscrita, entre otros, por Jean Ibarnegaray en nombre de la 'Confederación Española de Pelota Vasca' y de la Federación Francesa de Pelota Vasca. La confederación española la formaban en ese germinal momento las federaciones de Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra y Cataluña, que con tal fórmula confederal ya acuñaban y precisaban la correcta denominación y concepción de este deporte: pelota 'vasca'. Como hacía lo propio la Federación Francesa de Pelota 'Vasca', representada por el mismo directivo de igual origen.
Pasemos ahora a fechas posteriores, eso sí, de menos alborozo asociativo, libertad y confraternización entre pueblos. En 1940 se crea la Federación Española de Pelota Vasca, que, como hemos visto, había sido precedida por la existencia de las territoriales que se confederaron para participar en la fundación de la FIPV. No había, por tanto, como tal, federación española al momento (1929) de que esas territoriales tomaran parte en la creación de la hoy casi centenaria Internacional. Hay que recordar la relevancia que tiene en la actual ley española del deporte el precedente temporal de participación internacional, supuesto que en el caso de la pelota vasca se acumularía al otro previsto en la norma: el del arraigo histórico y social, encajable como un guante en este deporte respecto al ámbito autonómico de origen, lo que le da carta de naturaleza de expresión internacional.
Resulta, de la misma manera, muy significativo lo que ocurrió cuatro años después, con las autoridades franquistas en pleno ejercicio represivo, con mano de hierro ante todo lo que se caracterizara como 'vasco'. Así, con fecha 21 de febrero de 1944 la Delegación Nacional de Deportes de F.E.T. y de las J.O.N.S. se dirige a las federaciones provinciales vascas para comunicarles que la Federación Española pasa a llamarse (sólo) 'de pelota'. Curiosamente el membrete de la carta y uno de sus sellos siguen recogiendo el nombre original de Federación Española de Pelota Vasca, denominación que cambia así por mandato político.
El efecto de la orden falangista de no utilización de la acepción 'Vasca' se alargará durante décadas, hasta que las federaciones territoriales, la autonómica y otras provinciales estatales la recuperen, en sintonía con la propia Internacional y con las demás federaciones de los distintos países que forman parte de la FIPV. Todas ellas son de Pelota Vasca. Todas menos la Española, que resiste, desde las tinieblas franquistas, con su denominación estricta de 'Pelota'. Y punto. ¿Llamativo? ¿Significativo de las posturas mantenidas y reproducidas por algunos de sus dirigentes, aún hoy, tan lejos, se supone, de aquellos infaustos tiempos? Que cada cual juzgue, a la luz de lo que se sigue expresando en determinadas instancias capitalinas, incluida una caverna mediática donde no parece llegar esa luz.
Es innegable la expansión que tiene el deporte de la Pelota Vasca en el resto del Estado español, como también en todo el mundo, en particular en el continente americano. Pero tampoco puede desconocerse la razón que late detrás de una legalidad que, por fin, ha reconocido la singularidad de origen y desarrollo de la Pelota Vasca… en los territorios vascos, para justificar su propia representación. Más allá de recordar que la ley vincula a todos, está la comprensión del común de los ciudadanos, fuera de órbitas y machitos de poder, así como del mundo de la pelota vasca por todo el orbe. Avancemos en un escenario de convivencia y de concordia. Olvidemos tiempos pasados, felizmente superados. ¿O no?
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