El billete más triste para la final del Parejas

Cojeando y apoyado en el médico recorrió el pasillo hasta la cancha y habló con su compañero. Altuna III lo tuvo claro. El partido se había acabado. Si pasaba a la final era con su zaguero y, como este año solo hay siete días hasta el choque cumbre, no iba a llegar. Tolosa agradeció el apoyo de los espectadores desde la cancha y se fundió en un abrazo con Altuna III en las entrañas del frontón. Elordi y Zabaleta tomaron el camino de los vestuarios. Serios. Se habían clasificado para la final pero sus rostros no expresaban ni la más mínima alegría. También estaban tristes porque en el guion que se habían marcador nunca habían imaginado un final semejante para este enfrentamiento. A nadie le gusta ganar por la lesión de un compañero.

Tras 706 pelotazos y 85 minutos de juego, los que vistieron de azul sacaron el billete con una paliza en el cuerpo muy importante. El zaguero de Etxarren terminó con problemas físicos, las manos golpeadas, «y dudas» de si llegará en condiciones a la lucha por las txapelas contra Laso e Imaz que, tras suspender su último partido al estar ya clasificados y tener problemas en las manos, tienen quince días para recuperarse. Habrá que esperar a la evolución de Zabaleta, porque en el caso de que no pueda jugar y tras la lesión de Tolosa tendrían que recurrir al mejor guardaespaldas de Aspe en el play-off; Rezusta.

Así terminó un partido tenso y duro en el que los cuatro protagonistas se rompieron el lomo y lo hicieron grande. Altuna III y Tolosa supieron gestionarlo mejor y fueron siempre por delante en el luminoso. El delantero tiró del don de la oportunidad con el que cuenta y consiguió enredar y crear dudas en sus rivales, ayudado de un zaguero que, a pesar de la importante carga de trabajo que le propusieron, aguantó todo lo que le echaron y no perdió una sola pelota hasta que su físico dijo basta. Y eso que enfrente estaba el mayor pegador del momento.

Elordi y Zabaleta sufrieron pero no se dieron por vencidos. El delantero vizcaíno dejó atrás los fantasmas que le habían asolado por la presión siete días antes en el frontón Labrit y fue el de siempre. El de Etxarren dominó, pero no se le vio tan cómodo como en otras ocasiones. La ventaja de los colorados no superó los tres tantos en la primera parte de la contienda, pero llegó a los siete (14-7) poco más tarde porque Altuna III siguió a lo suyo y encontró los huecos que buscaba por la calidad que destila y porque el cansancio ya comenzaba a pasar factura y los huecos eran más grandes. Para entonces ya se habían cruzado 519 pelotazos y se habían jugado tres tantos consecutivos que sumaron 170.

Y cuando más complicado lo tenían comenzaron a resurgir. El de Mallabia tiró de carácter y su gancho hizo daño. Todo se empezó a comprimir. El de Amezketa tuvo que hilar muy fino para evitar el empate, pero Elordi y Zabaleta habían llegado a tiempo para presentar su candidatura. Pero el músculo de Tolosa dijo basta. Nadie quedó satisfecho.