«El ambiente no es el propicio y me da mucha pena»

Ha recibido críticas por no apoyar el colectivo de huelguistas, pero en su fuero interno está «muy tranquilo». En marzo, cuando la empresa se acogió al ERTE y comenzó el movimiento en la plantilla, el de Goizueta ya les dejó claro entonces su postura. «Les dije que conmigo no contaran porque la pandemia había provocado una situación especial, que venían épocas malas y yo no iba a empezar a pedir nada. Hay que exigir cosas a la empresa cuando la situación va bien, no en el caso contrario. Yo he sido claro desde el principio», destaca.

Respeta la opinión del colectivo, «pero ellos tienen que respetar la mía», zanja. La no renovación de los pelotaris llegó después, «pero a lo largo de mi carrera se han dado un montón de casos parecidos». Tampoco considera que sea poco solidario como le han tachado desde algunos sectores. «Yo he firmado un contrato de un año cobrando bastante menos que antes y me he bajado el sueldo un 20%. Soy realista y he visto la situación que hay».

Y no entiende como algunos expelotaris han criticado su estrategia de no estar en el colectivo, «si cuando ellos estuvieron en activo y cobrando bien se fueron un montón de pelotaris a casa y nadie decía nada». Está al «margen» de los acontecimientos. Únicamente sabe lo que le llega por los medios de comunicación, por lo que no se atreve a valorar la solución que puede tener el conflicto. Aunque reconoce que la imagen de la pelota puede estar quedando dañada. «Es malo para todos, para los pelotaris y la empresa. Espero que se solucione pronto», subraya. También admite que «cansa un poco» que en un campeonato tan importante se esté todos los días hablando de lo mismo.

Será su octava final del Parejas, la segunda consecutiva con Urrutikoetxea de compañero. Pero todavía no sabe quién será su rival en la zaga por el positivo de coronavirus de Martija. «Espero que se recupere porque se ha ganado el derecho. Si tenemos que jugar contra Zabaleta el partido cambiaría, pero el reglamento está así», apunta. Está satisfecho porque han conseguido reaccionar en los momentos clave y ha logrado un punto de forma «que hacía tiempo que no tenía». Alcanzar la final le ha hecho «mucha ilusión, porque ha sido inesperada y porque puede ser una de las últimas. Cada vez me cuesta más teniendo en cuenta el nivel que hay», admite. Eso sí, «casi seguro» que no jugará el Manomanista. «Tampoco tengo que demostrar nada, y me da un poco de miedo romperme porque exige mucho más», concluye.