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El Torneo del Cuatro y Medio se puso en escena en el otoño de 1989 con dos protagonistas en la final: Retegui II y Ladis Galarza. El manista de Erasun fundió (22-6) al imponente zaguero de Baraibar con una extraordinaria autoridad. El saque se ... constituyó en una jugada vital para la resolución del duelo. Han pasado 32 años. Mucho tiempo. Otros pelotaris. Otras pelotas. Frontones multicolores. Todo ha cambiado. La metamorfosis que ha sufrido la modalidad reina de la pelota ha sido brutal. Desde ese tiempo he asistido a gran parte de los partidos que se han disputado. He visto grandes actuaciones.
Una de las que permanece plasmada en mi retina es la final del 13 de diciembre de 1997 entre Retegui II y Titín III. Dicen que fue la mejor de la historia. Quizás el desenlace final, 22-21 favorable al campeonísimo, influyó en el ánimo a la hora de proclamar el veredicto. Yo también opino que fue un auténtico alarde el ofrecido por el navarro y el riojano.
Sin embargo, los tiempos y los pelotaris cambian. Y el que ha venido a cambiar y dar un gran giro a la historia de la pelota ha sido Jokin Altuna con la actuación sublime que tuvo en el Ogueta ante un Joseba Ezkurdia que estaba fino y llegaba a Vitoria con buenas sensaciones.
El de Amezketa lo bordó, todo lo hizo bien. Sacó con intencionalidad, bajando la pelota y buscando la pared izquierda. Correctamente posicionado en la cancha, con dos zancadas estaba puesto a la pelota. En defensa, inmenso. Puso pelotas en el frontis que para otros muchos son misión imposible. Su resto de saque, losa alta y lejos del fontis, inmenso. Un dato para la historia: no falló una sola pelota. Jamás se había producido en un mano a mano, ni dentro de la jaula ni a toda la cancha.
En ataque se perfiló como un auténtico realizador. Su abanico de remates fue para todos los gustos. Ganchos en corto y en largo, dos paredes, cortadas, paralelas a la pared, al ancho y a la última raya del acotado. Su disparo inicial hizo mucho daño a las defensas del de Arbizu. Y se convierte en el primero en disputar seis finales consecutivas del Cuatro y Medio.
En marzo cumplirá 25 años. A tan temprana edad ya ha abierto las puertas del cielo. El olimpo de los grandes lo divisa muy cerca. Ha conquistado objetivos que para muchos resultan imposibles, remotos. Estamos ante un pelotari que puede marcar toda una época. Un ciclo ilusionante y repleto de exquisiteces. Es, hoy por hoy, el número uno.
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