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A media mañana de este lunes se ha montado en un coche con destino a Cádiz donde pasará por primera vez sus vacaciones. El día ... después de la final del Manomanista, Jokin Altuna tenía mejor cuerpo que en otras ocasiones porque el derroche físico contra Laso en el Bizkaia no fue el esperado. El de Amezketa está «contento» por lograr su tercer título y por la forma en la que lo hizo. Y a sus 28 años quiere «aprovechar el momento» porque es consciente de que «pronto llegaré a una edad en la que no se mejora físicamente».
– La celebración después del partido fue diferente.
– Llegué a Amezketa, estuve con los amigos un rato, me fui a cenar con la familia y luego volví otra vez con ellos.
– Ha madurado hasta para salir de juerga.
– En esos momentos suelo estar cansado, no tengo mucho hambre y me gusta estar tranquilo. Aunque luego sí salí.
– El domingo se cansó menos de los esperado.
– Sí. Pero los días previos también te cansan. El viernes y el sábado son los peores porque ya tienes ganas de que llegue el choque y se te hacen un poco largos.
– Una tacada de 19 tantos a Laso no la había imaginado ni en sus mejores sueños.
– Fui tanto a tanto. Estaba sacando bien y tenía la confianza de que si seguía igual a él le iba a costar recuperar el saque. Laso se agarró a la jugada inicial en los anteriores partidos pero en la final no pudo hacerlo.
– Hubo aficionados que a la salida del frontón dijeron que se habían quedado con ganas de pelota.
– Se puede entender. Las entradas son caras, es una final y había 3.000 personas en el frontón. Está claro que los aficionados neutrales que van a ver un espectáculo no quieren ese marcador, pero si les preguntas a mis seguidores te dirán que bien contentos vinieron para casa.
– El Bizkaia se volvió a llenar después de unos cuanto años. ¿Supone mucho?
– Ha sido el resumen de todo el año en el que ha ido mucha gente a los frontones. Pero no es casualidad que se llene cuando jugamos Unai Laso y yo.
– ¿Es esta la txapela de la tranquilidad?
– No ha sido un campeonato fácil. Todo estuvo cuesta arriba desde el primer momento, pero tampoco me alarmé demasiado. Sé perfectamente que puedo ganar y perder como todos, pero seguí trabajando.
– ¿Dónde está el límite de Altuna III?
– No me gusta pensar en esas cosas. Todavía soy joven y quiero seguir mejorando. Sé que pronto llegará el día en el entraré en una edad en la que físicamente no se mejora, pero ahora estoy muy bien y quiero aprovecharlo. Todavía tengo unos años muy buenos por delante y el objetivo será intentar conseguir más títulos.
– Tercera txapela en el mano a mano con la que iguala a Miguel Gallastegui y Patxi Eugi.
– No sé exactamente cómo está la escalera de las txapelas pero estoy muy contento.
– Julián Retegui tiene once.
– No sé si alguien conseguirá romper esa marca porque es increíble, pero tampoco pienso demasiado en ello. Una txapela más o menos no indica el nivel de cada pelotari. Hay cosas más importantes y más complicadas de controlar durante todo el año. Si te centras demasiado en las txapelas te obsesionas. Es mejor ir día a día y que luego lleguen estos regalos.
– En esta modalidad ha superado sus propias expectativas.
– Está claro. Ahora me siento poderoso en el mano a mano. He llegado a cinco finales y he ganado tres txapelas. La primera fue una sorpresa, quería ganar una pero no pensaba que pudiera hacerlo a los 22 años. Cuando lo consigues quieres codearte con los mejores durante muchos años y lo estoy logrando. Cuando empecé era un gran reto.
– En un año ha estado en cuatro finales y ha conseguido un par de títulos ¿Ha sido el mejor en cuento a resultados?
– Sí. Ha sido muy bueno. Pero he tenido dificultades. Al principio del Cuatro y Medio lo pasé muy mal y tuve que parar. En el Parejas se me estropeó la mano y casi remontamos en la final. Y el mano a mano empezó mal, pero mira.
– Llevará la elástica colorada durante todo el año. ¿Cambia mucho su perspectiva?
– No creo que se me vaya a exigir más porque sea el campeón. Cuando conseguí la primera no lo pasé bien. Tenía 22 años y veía las cosas de distinta manera. Pensaba que tenía que ganar todos los partidos y suponía más presión. Con la segunda perdí bastantes encuentros pero me tomé las cosas de otra manera.
– ¿Está en su plena madurez?
– Estoy centrado en mi trabajo. No me emociono tanto con los días grandes ni tampoco me derrumbo con los días malos, y eso me ayuda a tener cierto equilibrio.
– Terminan los torneos oficiales y comienza el verano. ¿La época más difícil para usted?
– No la más difícil, pero sí una época muy exigente y ganando la txapela todavía más. En verano los rivales no se relajan porque tienen la oportunidad de reivindicarse y son partidos bonitos de jugar. No hay pachangas. Cada mes juego diez u once encuentros y eso hace mella.
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