Altuna III refuerza su candidatura al Manomanista

El guipuzcoano ha tenido que exprimirse frente al riojano, pero su mayor repertorio en el remate le ha permitido sacar adelante el choque. Ha tenido que dejarse la piel sobre la cancha en el duelo más duro y mejor jugado hasta el momento del campeonato, pero lo ha gestionado mejor que el de Ezcaray. Sabía que el que ha vestido de azul le iba a dar mucha guerra y así ha sido, pero también era consciente de las limitaciones que tiene su oponente en el remate y ha sabido sacarles punta a la perfección.

A Darío le se pueden acharcar pocas cosas. Tal vez la falta de valentía a la hora de la verdad para cerrar el tanto, pero todo es cuestión de la confianza que se tiene en ese momento. Y que las decisiones que ha tomado cuando el físico ya pasaba factura y las ideas no son tan claras en la mente no han sido las más adecuadas. Ha defendido como un jabato y le ha soltado mucho y bien a la pelota con la diestra, hasta el punto de mandar una pelota por encima del rebote. Ha restado pelotas con la zurda en pared que parecían imposibles de levantar y ha obligado al de Amezketa a ajustar sus remates porque sus piernas estaban rápidas. Pero todo eso solo le ha valido para meter el miedo en el cuerpo a su rival. La exigencia que conlleva medirse a Altuna III requiere un punto más. «Hay que matarlo», ha reconocido el riojano al final el partido, y se le va vuelto a escapar vivo.

El guipuzcoano ha dejado clara su estrategia desde el inicio. Ha restado a bote porque sabía que, sobre todo, el gancho del riojano es limitado, aunque suponga un mayor esfuerzo para recuperar el sitio sobre la cancha. Le ha buscado la izquierda para evitarse problemas que le alejaran del frontis y, aunque la principio no ha sacado bien, ha mejorado su primer golpeo para meterlo en pared. Como consecuencia de ello se ha adelantado 7-1. Ha tenido que ser una escapada, la primera de varias, la que ha permitido al riojano recuperar el saque y se ha comenzado a rehacer a base aprovechar el saque y de soltarle latigazos a la pelota (8-6).

Pero ha tenido que nadar casi siempre ha contracorriente porque mantener la concentración a semejante ritmo es muy complicado ante un rival así, y a la mínima que se ha vendido Altuna III lo ha aprovechado. Ha abierto otro hueco de seis tantos (12-6) pero no ha conseguido romper el choque porque Darío ha explotado la dejada y el dos paredes, y todavía estaba fresco (13-11).

Pero otra mala decisión a la hora de finalizar le ha puesto con el agua al cuello. El de Amezketa sabía que era el momento y ha variado más su juego para generar dudas y mover mejor a su rival y se ha vuelto a marchar. Ha sido entonces cuando Darío se ha sacado un rebote que quedara en la memoria de los aficionados porque ha pegado en las tablas de la Catedral. Ha asumido más riesgos porque no le quedaba otra y ha vuelto a agarrarse al encuentro a base de dominar el peloteo.

En el empate a 18 ya se habían cruzado 274 pelotazos. El derroche era importante, pero el de Ezcaray venía con inercia y Altuna III lo estaba pasando mal. Sin embargo, el de azul ha medido mal un dos paredes en el que no le hacía falta ni arriesgar y con el que se podía poner por primera vez por delante en el luminoso. Ha aguantado un tanto más, pero cuando la tensión se cortaba en la cancha el guipuzcoano ha marcado la diferencia. Su veteranía a la hora de gestionar situaciones de este tipo es un grado y tendrá a Artola como rival el domingo en el Atano III de San Sebastián.