![El Zoncolan pasa revista al Giro](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202105/21/media/cortadas/giaco-R5kJlU7VeaVuS5BJaDVrUWJ-1248x770@El%20Correo.jpg)
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La tierra es plana... al menos entre Rávena y Verona. Casi 200 kilómetros de llanura desde la tumba de Dante hasta el balcón de Julieta. La decimotercera etapa, la previa al final en el Zoncolan, era como un velódromo sin curvas. Estaba hecha para ... los velocistas italianos de la cosecha de 1989. Hay tres en el Giro: Viviani y Cimoali, que son de esta región, y Giacomo Nizzolo, que nació en Milán, en la otra esquina de esta inmensa llanura que corre en paralelo a los Alpes. Otro de la tierra, Affini, que es de Mantua, quiso adelantarse al sprint como había hecho Óscar Freire aquí para ganar el Mundial de 1999. No lo consiguió, pero obligó a Gaviria, que había perdido el sillín en esa disputa, a disparar antes de tiempo. No es fácil calcular en un recta tan larga. Y en medio de ese caos apareció Nizzolo subido a todos los rebufos a 76 km/h para ganar y convertirse, al menos en Verona, en el rey del ciclismo horizontal. «Al fin», suspiró.
A Nizzolo le regalaron su primera bicicleta cuando cumplió 7 años. Probó en el velódromo y se quedó en el asfalto. Ha ganado muchas carreras, pero casi todas lejos de los grandes escenarios. Es uno de esos velocistas que siempre son batidos en el Tour, el Giro o la Vuelta. Había sido once veces segundo en la 'corsa rosa'. Como si nada terminara de salirle bien del todo. Es campeón de Italia; el dueño de la maglia tricolor que más gusta en su país. Pero tiene que llevar el maillot de campeón de Europa. En Rávena, antes de salir, dejó esta reflexión: «Mi objetivo es ir a por el segundo puesto, a ver si así puedo ganar». Sonó a broma. Y no.
Allí, en Rávena, se montó la fuga habitual. Iban los dos se siempre, Marengo y Pellaud, y uno nuevo, Rivi. No se llevaron bien pese a tantos kilómetros compartidos. Pellaud quiso dejarles. Lo otros dos se enfadaron. Se mantuvieron por detrás a unos metros. Como si le castigaran. Cuando el pelotón les pilló a ocho kilómetros de la meta seguían enfurruñados. Verona, la bella ciudad de las fachadas rosas, era el final de un día hecho para el sprint. Lo quería Viviani, nativo de la zona. Y lo ganó Nizzolo, que siempre había peleado por ser el primero en el Giro sin conseguirlo y que lo logró justo el día que salió a ser segundo. Estaba aún más feliz que agotado.
Camino de la meta en la romántica Verona de Romeo y Julieta, el Giro hablaba de la etapa de hoy, del Zoncolan. Esa montaña de los Alpes Cárnicos pertenece a este siglo. No conoció ni a Coppi, ni a Bartali, pero sí se estrenó a tiempo, en 2003, para despedir al gran mito moderno, Marco Pantani. 'El Pirata' ya vivía perdido en su laberinto interior desde su descalificación por sospecha de dopaje en el Giro de 1999. El Zoncolan fue testigo de su último intento de resurrección. Atacó con Italia en pie. Pero no pudo ganar. De eso, de ser el primer vencedor en esta cima, se encargó Gilberto Simoni. 'El Pirata' acabó quinto. Le quedaban sólo unos meses para morir solo en un hotel de Rímini.
Aquel año se subió por la ladera de Sutrio, la misma que hoy espera al Giro. La menos dura. Aunque también muy exigente: son 14 kilómetros con un desnivel medio del 8,5%. Los tres kilómetros finales son brutales, con rampas que alcanzan el 27%. No hay camino fácil hacia la parte alta de este frontón. Ya por la vertiente de Ovaro, Simoni repitió en 2007. Y por ahí subieron también las victorias de Basso (2010), Igor Antón (2011), Rogers (2014) y Froome, que en 2018 entró primero en el túnel que hay situado a un kilómetro del final. Al fondo, en la luz, le recibió el bramido de miles de voces. Como cuando un maratoniano entra en el estadio olímpico.
En esta ocasión no habrá tanto público. La pandemia sigue ahí. La organización no quiere que el anfiteatro natural que alberga la meta se convierta en un campo de contagios. Y se ha restringido el acceso a sólo mil personas. Que han pagado diez euros por cabeza. En apenas diez minutos se agotaron las entradas. Hay expectación. Es la primera gran cuesta de este Giro. Parece hecha a la medida de Egan Bernal, un líder sólido. A ver qué dice el Zoncolan, que anda enfadado. Anuncian lluvia y frío.
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