Jorge Martín, tras proclamarse el domingo campeón del mundo de MotoGP. Manaure Quintero (Afp)
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Jorge Martín, la constante lucha de David contra Goliat

La trayectoria del español está repleta de retos en inferioridad de condiciones como el que se le presenta en 2025, cuando tendrá que defender la corona de MotoGP frente a las todopoderosas Ducati

Jesús Gutiérrez

Madrid

Lunes, 18 de noviembre 2024, 18:09

A Jorge Martín Almoguera (San Sebastián de los Reyes, Madrid, 29/01/1998) la afición por las dos ruedas le viene de familia. Sus padres, Ángel y Susana, eran asiduos a Jerez, donde peregrinaban cada año para animar a Álex Crivillé con la misma bandera ... que hoy pasea su primogénito tras cada victoria. En lugar de leer cómics o ver dibujos animados, el pequeño Jorge devoraba las revistas especializadas de motos y se quedaba embobado viendo carreras en televisión. Y lo que más le gustaba era escuchar las motos rodando desde su habitación, porque vivía en una urbanización pegada al circuito del Jarama. Y lo que para la mayoría de los vecinos era ruido, para él era sonido celestial.

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El sueño de aquel niño se hizo realidad el domingo en el Circuit Barcelona-Catalunya. Un camino repleto de adversidades y de contusiones, y que simboliza ese apodo de Martinator, que un día le puso su padre porque tenía el cuerpo repleto de heridas de guerra. Al principio no le gustó, pero ha acabado inscribiéndoselo en el casco y el mono. Hizo gala de él en la celebración del título, con una máscara al más puro estilo Terminator y aquel lema ochentero: «Hasta la vista, baby».

Mucho antes de convertirse en el rey de MotoGP, Jorge Martín tuvo que sudar tinta solo para hacerse un hueco en el campeonato. Pese a ganar en 2014 una de las copas de promoción más prestigiosas previas a Moto3, la Red Bull Rookies Cup, no encontraba moto para debutar en el Mundial. Apareció entonces la figura de Jorge Martínez 'Aspar', que le hizo debutar en su equipo, compartiendo box junto a otro joven italiano que ya contaba con un par de temporadas de experiencia en la categoría, Pecco Bagnaia. En el equipo valenciano, Martín y Bagnaia labraron una buena amistad durante las dos temporadas que estuvieron juntos, pero a nivel de resultados poco pudieron hacer con una moto, la india Mahindra, que mecánicamente estaba lejos de las Moto3 que dominaban la clase ligera, Honda y KTM.

Ambos abandonaron el Aspar Team en 2017, Bagnaia para saltar a Moto2 y Martín con destino al equipo Gresini. Dos años más tarde, su propia trayectoria les haría coincidir, esta vez en la ceremonia de campeones de 2018, cuando ambos ganaron el título en sus respectivas categorías. En el centro de aquella foto de campeones, el que lo fue de MotoGP, Marc Márquez. Tres pilotos que se volvieron a encontrar en una foto el pasado domingo, siendo el podio en la clasificación final de la clase reina.

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Un amor incomprendido en Ducati

El título de Moto3 en 2018 fue el primero de un piloto madrileño desde Ángel Nieto, vallecano nacido en Zamora. Tras ello, pasó por la categoría intermedia durante dos temporadas sin mucho éxito, más allá de una serie de destellos que le valieron a Ducati para fijarse en él. La marca italiana le contrató y le situó en su equipo satélite del Pramac para sustituir a Bagnaia (vidas cruzadas de nuevo) cuando este fichó por la estructura oficial.

En su primer año en la clase reina, en 2021, ya ganó una carrera e hizo varias poles y podios. Un debut que impresionó a Ducati, que le prometió un sitio en el equipo de fábrica en 2023. Sin embargo, el segundo año de Martín en MotoGP no salió como esperaba. No se adaptó al nuevo prototipo y sufrió el peor accidente de su carrera en el circuito de Portimao, por el que se pensó seriamente si merecía la pena seguir en esta profesión. Pero el gran palo aquel año fue que la compañía boloñesa incumplió su palabra e hizo piloto oficial a Enea Bastianini, dejando a Martín por primera vez con la miel en los labios de Ducati.

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A partir de ese momento, el madrileño quiso hacer historia a su manera, ganando MotoGP en un equipo satélite, algo que no se había visto desde el primer campeonato de Valentino Rossi con Honda en 500 cc. «Es como la pelea de David contra Goliat», compara siempre el 'coach' de Pramac, Fonsi Nieto, que es casi como un hermano mayor para Martín. Sin embargo, en 2023 peleó el título a Bagnaia hasta la última carrera de la temporada en Valencia. Ahí se volvió a reactivar la posibilidad de pasar al oficial si ganaba el campeonato, rompiendo el contrato bianual de Bastianini. Pero el subcampeonato no fue suficiente, así que en 2024 repitió con su mismo equipo.

Esta temporada, Martín se preparó física y mentalmente como nunca. El objetivo era el título y conseguir esa ansiada moto roja de Ducati. Desde el inicio fue el más fuerte y, sobre todo, el más regular. Se mereció más que nunca promocionar al equipo oficial, pero en Ducati volvieron a cerrarle la puerta en el último momento. Esta vez, la enorme figura de Marc Márquez se cruzó en su camino y el de Cervera acompañará a Bagnaia en el box rojo en 2025 y 2026.

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Martín se sintió más traicionado que nunca y anunció su salida en dirección a Aprilia, lo que provocó una riada de especulaciones sobre si Ducati boicotearía al español para que no se llevase el dorsal con el número 1 a la competencia. Nada de eso ocurrió y Martín pudo competir contra Bagnaia en igualdad de condiciones. «Ducati nunca me ha defraudado. Vale, han hecho otra elección, y esto no lo puedo controlar. Pero a nivel técnico siempre me han dado el apoyo», ponía en valor el campeón de MotoGP en su celebración.

El pasado domingo, Jorge Martín puso el broche a una carrera de obstáculos conquistando la cima del motociclismo. Ese mismo día, decía adiós a una relación de amor-odio con su marca de toda la vida y enfocaba el próximo reto de Martinator: convertir a Aprilia en una moto capaz de plantar cara a Ducati. Una nueva lucha de David contra Goliat.

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