La primera de tres en Estados Unidos

Cuestiones logísticas al margen, es momento de ver si la primera de las tres visitas que la F-1 ha previsto a Estados Unidos coge velocidad de crucero, en su segundo año de celebración. Si de la venta de entradas dependiera cabría esperar un éxito rotundo porque los aficionados norteamericanos quitaron literalmente de las manos las localidades a los promotores de la prueba, la empresa propietaria del Hard Rock Stadium. En su estreno del año pasado la cita resultó un tanto exótica, con una pléyade de famosos dejándose ver y un decorado más propio de alguna producción hollywoodiense de serie B. Ahora que la carrera debiera consolidarse –hay contrato firmado para una década– cabría esperar menos efectos cinematográficos y mucha emoción en pista.

Lo cierto es que la mayoría de los seguidores de la Fórmula 1 se quedaron fríos el pasado fin de semana porque ni la carrera al sprint ni el Gran Premio de Bakú pasarán a la historia de este espectáculo. La brisa del Mar Negro enfrió tanto el ambiente que hasta el tradicional buen rollo entre el líder de Aston Martin y el de Dazn pareció en entredicho. Cierto es que la sonrisa impostada de Alonso en el corralito y sus ridículas respuestas a Melissa Jiménez hacían prever un rejonazo con la FIA o algún incauto rival como destinatarios, pero fue el mismo Lobato quien acabó por aclarar el misterio. En fin, cosas de las carreras y el estrellato por ambas partes, aunque el desencuentro no parece ni mucho menos preocupante.

Dejemos la crónica rosa al margen y volvamos a lo que nos ocupa que es la primera visita del Gran Circo a Norteamérica en este 2023. Coincidiendo en el tiempo la FIA ha prorrogado el plazo de inscripción para los campeonatos de 2025 y sucesivos. Sabido es que una marca automovilística tan yankee como Cadillac ha cerrado un preacuerdo con la estructura de Michael Andretti para aprovechar la ocasión y subirse al tren de la categoría reina. Tanto como que Hitech –auténtica cantera de formación en monoplazas– no ha ocultado que también pretende presentar sus credenciales. Quien tampoco esconde sus planes de futuro es Craig Pollock, en su momento hombre fuerte de aquella escudería BAR que hace dos décadas inauguró las actuales instalaciones de Mercedes en Brackley. Pollock viene reclutando personal en Gran Bretaña desde hace meses y ha preparado un dossier exhaustivo que mostraría ante la FIA la solvencia técnica y financiera de su proyecto.

Sea como fuere el domingo se completarán 57 vueltas al Autódromo de Miami para cubrir la distancia de carrera y qué mejor ocasión para que Carlos Sainz se reencuentre con el SF-23 que tan incómodo le hizo parecer el fin de semana pasado. Momento idóneo también para retomar el estado de forma mostrado en Australia, donde sólo un exceso de fogosidad emborronó su gran actuación. Tiempo en definitiva de apretar los puños y tratar de poner en aprietos a un Leclerc que llega muy reforzado a la quinta cita del Mundial, demasiado para una escudería como Ferrari que tradicionalmente asigna los roles de primer y segundo piloto hasta condenar a la irrelevancia a uno en beneficio del otro.