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Fernando Alonso. EP
Ruido de sables en torno a Alonso: ¿declive del piloto o culpa del coche?
GP de Japón

Ruido de sables en torno a Alonso: ¿declive del piloto o culpa del coche?

Entre errores de conducción y un Aston Martin que no está a la altura, el recuerdo de los calamitosos años de McLaren-Honda empieza a aflorar en la mente de los aficionados

David Sánchez de Castro

Madrid

Viernes, 4 de abril 2025, 11:56

El primer día de trabajo en Japón dejó bien claro que la edición de este año de la cita de Suzuka no iba a ser calmada. Un fortísimo accidente del cada vez más cuestionado Jack Doohan, dos incendios espontáneos sobre la sequísima hierba de las escapatorias y un trompo de Fernando Alonso propiciaron cuatro banderas rojas en una tumultuosa sesión de libres 2 que, como suele ser habitual, es la más relevante en términos de preparación de carrera.

No es habitual ver a Alonso fuera de carrera por un error de conducción. El asturiano ya ha demostrado a lo largo de las más de dos décadas que lleva en el gran circo que si por algo se caracteriza su pilotaje es por no arriesgar más de lo necesario en ningún caso. El arduo aprendizaje en los nefarios años de McLaren-Honda le enseñó a calmar sus ansias, lo que a su vez le hizo pulir aún más su pilotaje. Ante un monoplaza errático y que se rompía con mirarlo, era de obligado cumplimiento no errar con el volante en la mano.

Una década después de aquellos complicados días, Alonso se ha topado con un AMR25 que se ha ganado a pulso el apodo de 'Tractor Martin'. No solo es un coche nervioso -aunque menos que su predecesor-, sino también lento y sin muchas ventajas sobre sus rivales. Para extraer todo su potencial hay que ir más fino que nunca, conducir sobre raíles y evitar cualquier tipo de maniobra arriesgada por buscar una décima extra. Eso hace más doloroso que los ínfimos errores de Alonso que están empezando a aflorar tengan consecuencias tan serias.

Ocurrió en Australia en unas circunstancias muy complejas. Alonso se fue contra las protecciones tras pisar una montonera de grava con la pista muy mojada. Un fallo que podía haber evitado simplemente esquivando ese invitado sorpresa. Algo mucho más fácil de escribir en un teclado que de hacer al volante de un Fórmula 1. En la carrera de China no fue cosa suya, sino de unos frenos sobrecalentados que le obligaron a volver a boxes prácticamente nada más empezar. No es achacable a él, por tanto, el segundo cero de la temporada.

Queda por ver qué va a ocurrir este domingo en Japón, pero la participación de Alonso en los libres de este viernes dejó un sabor agridulce. Tras marcar un más que decente séptimo puesto por la mañana, por la tarde acabó antes de tiempo tras perder el control de su monoplaza en la curva 8 y quedarse atrapado en la grava sin posibilidad de salir. La imagen del asturiano levantando el dedo pulgar hacia la cámara mientras se sentaba recordó a aquella por la que salieron miles de memes en Brasil 2015, cuando la desesperación surgió.

El tópico del 'cliff' de Alonso

Hay un anglicismo que, nacido de las retransmisiones de la Fórmula 1 televisivas en Dazn, se está instalando en el argot de los aficionados españoles: el 'cliff'. Su traducción más exacta sería una caída de rendimiento inesperada, o al menos no prevista.

¿Es real ese supuesto 'cliff'? ¿Está Alonso siendo víctima de los 43 años que, como a cualquier deportista de su longevidad, le empiezan a añadir arrobas de presión y en su caso décimas a su rendimiento? Alonso renovó con Aston Martin hasta, al menos, 2026 y no lo hizo por puro afán competitivo, sino simplemente porque quería esperar a ver qué pasaba. A lo largo de su amplia carrera deportiva ha vivido varios cambios normativos, lo que le ha permitido entender una realidad palmaria en la Fórmula 1: quien consigue exprimir al máximo la normativa se garantiza un reinado largo en la competición. Quién mejor que el mesiánico Adrian Newey para lograrlo, si ya lo ha hecho al menos en dos etapas distintas con Red Bull en los últimos tiempos.

Hasta que llegue ese momento, quienes ven el declive de Alonso tendrán que esperar. Es evidente que ya no tiene los reflejos de hace una década, pero también que este Aston Martin no es el Ferrari con el que amenazó el imperio de Sebastian Vettel en su momento ni mucho menos el Renault de sus años de gloria, pero tampoco es el McLaren-Honda de pesadilla. Limitar al máximo los errores de conducción será clave para que sus críticos vuelvan a las cuevas donde llevan años metidos.

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