El paso del Gran Circo por Mónaco suele ofrecer un balance atinado del primer tercio del campeonato, siete carreras de las que los pilotos españoles no salen bien parados. Carlos Sainz sigue lejos de su mejor nivel, pero al madrileño no se le ha olvidado ... conducir a pesar de que ayer tanto usted como yo mismo echáramos en falta un asedio a Pérez en los últimos compases de carrera. Sainz ha vuelto a dejar patente que vive sus días más desconcertantes desde que se estrenara en la Fórmula 1 mientras trata de adaptarse a un coche radicalmente distinto a los que había pilotado desde su debut. Es más que probable que de haber rebosado confianza se hubiese producido ese ataque a tumba abierta para disputar el triunfo, pero en Mónaco ha primado el acopio de puntos por encima de la necesidad que tiene Carlos de ganar su primer gran premio y reivindicarse como merece.
Publicidad
Resulta obligada la comparación con Leclerc, y aunque el monegasco está haciendo valer su inmenso talento cabe recordar que la temporada pasada terminó ensombrecido por Sainz; por más que las cosas sean hoy en día bien diferentes. ¿Qué ocurre entonces? ¿Cuándo volveremos a disfrutar la mejor versión de Carlos? El gremio de los pilotos de automovilismo es difícilmente asimilable a una profesión tradicional, por motivos obvios. Los veinte elegidos que pueblan la parrilla llevan desde la adolescencia al volante -muchos incluso desde la niñez- y tienen asumida la soledad intrínseca a su oficio. Cuando en el trabajo tu máxima exigencia viene determinada por el desempeño de quien se sienta a tu lado en la oficina, de quien atiende otros pacientes junto a ti o de quien escribe artículos de prensa en el ordenador contiguo la comparación es permanente y sus consecuencias inevitables. Algo parecido ocurre con los pilotos, su mayor rival es el compañero de garaje, aquel con quien paradójicamente deben compartir información acerca de la máquina que conducen asumiendo el riesgo de que los datos que se aporten contribuyan a mejorar las prestaciones del otro.
En las últimas carreras se había dejado ver Lapo Elkann, figura clave en el universo del Cavallino. Elkann -accionista mayoritario de Fiat junto a sus hermanos- es un hombre muy cercano a los pilotos. Mantiene una estrecha relación con Leclerc desde que este se incorporase a la academia de pilotos ferrarista, pero con Sainz conectó en cuanto se conocieron y su empeño resultó determinante para que se le ofreciera un volante. No es casualidad que Elkann eligiese Miami y Barcelona para dejarse ver porque Maranello necesita la mejor versión de sus pilotos para alcanzar el campeonato de constructores que desde tiempos del Comendatore se plantea como principal objetivo cada campaña. Tampoco hay que olvidar que la cercanía de los propietarios de la marca es un firme apoyo a los que conducen los monoplazas, tanto para que uno siga en la disputa del título como para que el otro vuelva por sus fueros.
En ello está volcado todo el entorno de Carlos, los que se han bautizado como Team 55. Ya sea su padre -presente en Mónaco e imprescindible para voltear la situación- como Carlos Oñoro en el papel de manager discreto o Marc Gené en el de enlace permanente con el núcleo duro ferrarista; allí donde su opinión resulta tan cualificada.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.