Cinco asaltos le quedan al combate por el título 2024 de Fórmula 1 y las espadas siguen en todo lo alto. Si bien es cierto que Max Verstappen parece tener atado el que será su cuarto entorchado no ocurre lo mismo en lo que respecta ... al campeonato de constructores. Quien más quien menos considera que McLaren lo tiene hecho porque su pareja de pilotos es una garantía de competitividad, pero quién sabe si el desarrollo de los grandes premios dejará aún más cicatrices en la difícil convivencia entre ambos.

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El precioso trazado del Circuito de las Américas ha servido para que Charles Leclerc mejore su palmarés con un nuevo triunfo y para que se encone la batalla que mantiene con Oscar Piastri por el tercer puesto en el certamen. De un tiempo a esta parte merece la pena seguir el Gran Circo solamente por ver al australiano conducir el McLaren. Hace un par de años Piastri era una joven promesa anunciada como piloto reserva de Alpine cuando Fernando Alonso aún campaba por allí y elevado a fugaz sustituto del asturiano cuando este hizo las maletas para enrolarse en Aston Martin. Fugaz fue el status de Piastri como piloto titular de los galos porque McLaren no tardó en hacerse con sus servicios, aunque por aquel entonces pocos sabían del potencial que atesoraba estel chaval de pocas palabras al que representa un tipo curtido en mil batallas como Mark Webber.

Hablando de batallas, Red Bull ha aprovechado la que se dirime entre bastidores para insinuar que Piastri dista mucho de verse reconocido con un sueldo siquiera crecano al de su compañero Norris aunque apunte a campeón del mundo en 2025, si el coche anaranjado continúa su progresión. Pese a la veteranía del citado Norris –y del status que ocupa como líder indiscutible de su escudería– el australiano es un lobo con piel de cordero que en Hungría no permitió a McLaren que le arrebatara la victoria y en Bakú asombró ganando el gran premio tras arrancar las pegatinas a Leclerc. Si McLaren creía disponer de un primer y segundo piloto con roles claramente definidos ya ha olvidado la idea porque el supuesto líder no gestiona como debe la presión que le supone el combate por el título y su compañero de garaje ya es de facto su mayor rival.

El domingo en Austin quedó demostrado que en ocasiones es mejor chocar cuando el arbitraje anda de por medio. La sanción para Norris no ni tiene pies ni cabeza porque se le penaliza después de haber llegado a la curva en cuestión por delante de un rival que le empuja fuera del asfalto. Una absoluto despropósito. Dejando al margen la pelea por el título la actualidad está protagonizada por el recién llegado Franco Colapinto, un ciclón dentro y fuera del asfalto. Sus apariciones televisivas han hecho evidente que le sobra labia y desparpajo tanto ante los medios como en el codo a codo con los rivales. Su nombre suena entre los candidatos a pilotar un Sauber-Audi la próxima campaña y su presencia sería un soplo de aire fresco para la escuadra suiza, además de un potente reclamo para los patrocinadores. Falta le hace a una estructura que no ha sumado un solo punto en el campeonato y de la que se dice está repitiendo los errores de bulto que en su momento cometió Toyota, la misma que acaba de anunciar su retorno al Gran Circo de la mano de Haas.

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