El Gran Circo ha completado la primera de sus tres visitas anuales a los Estados Unidos con los focos centrados en Adrian Newey, protagonista de la semana al anunciarse su próxima salida de Red Bull. Ahondar a estas alturas en la hoja de servicios del ... ingeniero británico resulta estéril porque no ha habido en la historia del automovilismo un diseñador más laureado que este discreto técnico formado en la Universidad de Southampton, entusiasta de los coches clásicos y también piloto en sus ratos libres. Huelga decir que Newey es un fuera de serie por el que beben los vientos todas las escuderías de la parrilla y tendrá cobijo profesional en la disciplina que elija si decide seguir en activo cuando salga de la escuadra energética.
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El pasado viernes Max Verstappen salía al paso de las especulaciones sobre su futuro mostrándose confiado en la estructura de Red Bull Racing y razones no le faltan para seguir ligado al equipo que le ha llevado al estrellato. Red Bull Racing es una maquinaria perfectamente engrasada que funciona con absoluta precisión, cuyo departamento técnico comanda otro fuera de serie como Pierre Wache. El método de trabajo implantado por Wache es un calco del que llevó a Ferrari a ganar cinco títulos de pilotos y constructores consecutivos hace ahora dos décadas. En Maranello Jean Todt se rodeaba de Ross Brawn, Rory Byrne… tal y como hace Wache con Enrico Balbo, Craig Skynner, Ben Waterhouse y Paul Monaghan; coordinados todos ellos por la férrea batuta de Christian Horner. Desde hace unos años Adrian Newey es un mero consultor en esta estructura, un verso suelto que contribuye con sus conceptos sólo cuando considera que supondrán un nuevo salto de calidad para el monoplaza. Aquellos que han trabajado con él destacan que por encima del diseño Newey comprende como nadie toda la dinámica que hace moverse a un coche de carreras. Lo que Newey aporta son los detalles que marcan la diferencia con los rivales, apuntes que convierten al Red Bull en el coche más competitivo de la parrilla… oro molido para cualquier equipo de Fórmula 1.
Cuando al hilo del cambio de reglamentación Red Bull comenzó a esbozar el coche del año 2022 Adrian Newey hizo constar qué detalle del suelo del monoplaza podría resultar determinante, estableciendo un punto de partida para el grupo de diseñadores de Balbo que a la postre ha marcado la pauta de los coches puestos en pista durante los últimos tres años; tanto por Red Bull como por los rivales que han seguido sus pasos. Otro tanto ocurre con la suspensión de los bólidos salidos recientemente de Milton Keynes. Newey no ha tomado parte ni en su diseño ni en su desarrollo posterior, pero sí ha señalado el rumbo a seguir por sus colegas del departamento técnico.
En cualquier caso perder a un genio de semejante envergadura dejaría cicatrices en cualquier empresa u organización, y en Red Bull no será menos por más que los magníficos ingenieros que han trabajado a su lado cobren nuevo protagonismo. Lo que resulta evidente es que el cambio de aires de Adrian Newey supone el final de una era porque no es descartable que finalmente decida recoger su vetusto tablero de diseño para retirarse a vivir otra vida, lejos del Gran Circo de la Fórmula 1 al que tanto ha aportado.
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