El impensable resultado de Alonso y el futuro de Carlos Sainz en Audi

Peter Sauber ha dedicado su vida al automovilismo y su tesón ha logrado afianzar una escudería del Gran Circo en un territorio tan poco indicado para ello como es Suiza. Sauber despuntó en las carreras de resistencia durante los primeros años noventa y de ahí dio el salto a la categoría reina con unos monoplazas del fondo de la parrilla que en un principio fueron propulsados por los motores cliente de Mercedes Benz. Eran años de preparación para la marca de la estrella, antes de aventurarse a lucir su anagrama en el lomo de los McLaren que hicieron campeón a Mika Hakkinen en 1998 y 1999. Aquellas dos campañas el Gran Circo brilló sobremanera e hizo vibrar a los aficionados con un duelo épico entre el citado Hakkinen y Michael Schumacher, enfrascado en la ardua tarea de convertir a la Scuderia Ferrari en el equipo campeonísimo que se revelaría poco después. Lo cierto es que Sauber se convirtió con el paso de los años en un fijo de la F-1 que ha cedido su estructura a marcas de tan rancio abolengo como BMW o Alfa Romeo. La insignia milanesa del biscione se despidió ayer del Gran Circo después de unas temporadas discretas que perseguían poco más que impulsar el marketing necesario para publicitar la renovación completa de la gama del fabricante italiano. Los motores Ferrari que han impulado a los Alfa de Bottas y Zhou seguirán haciéndolo con los Sauber del próximo curso como ha ocurrido tradicionalmente, pues al margen de sus primeros años en competición los Sauber se han convertido en un magnífico banco de pruebas para las unidades de potencia del Cavallino Rampante.

Hablando de Maranello no son pocos los que han sacado las cuentas que en chapa y pintura han supuesto los trompazos de Carlos Sainz durante el curso que acaba de concluir. Cierto es que el madrileño ha peleado duro con su bólido durante todo el año, tratando de domarlo a su gusto, y que no han sido pocos los incidentes en los que se ha visto envuelto. Tan cierto como que a la postre ha sido el único rival capaz de hacer morder el polvo a los intocables Red Bull, allá por el mes de septiembre en la noche de Singapur. Como es sabido Carlos Sainz suena para capitanear el desembarco de Audi en la F-1 de 2025, quizá sin lucir aún los cuatro aros a la espera de que la nueva normativa de motores les permita estrenar su flamante unidad de potencia en 2026 y -entonces sí- se produzca el estreno con toda la pompa y boato que merece. Lo cierto es que los técnicos de Audi trabajarán a partir del próximo enero en Hinwill, el cantón suizo donde sienta sus reales la estructura de Sauber que les dará cobijo. Desde allí irán puliendo detalles durante dos temporadas de transición que deben alumbrar el monoplaza de un gigante del motor como el Grupo Volkswagen. Todo un reto.