Suzuka… SPA… Monza… Silverstone… son nombres míticos del automovilismo. Circuitos que han alumbrado páginas brillantes en la historia de la Fórmula 1 y del mundo del motor en general. Si usted tiene afición y quiere sumergirse en un ambiente inigualable viaje a alguna de esas ... pistas y podrá saborear una auténtica carrera de coches que le dejará un recuerdo inolvidable. Ayer el trazado japonés volvió a alojar un gran premio y volvió a permitirnos disfrutar de un espectáculo en las antípodas de los ofrecidos por los Scalextric que Hermann Tilke acuñó durante la primera década de este siglo; esos recién llegados que tienen escapatorias asfaltadas y perdonan todos los errores de conducción. Sabido es que con trazados como Fuji o Suzuka los nipones rinden culto al Gran Circo y a lo largo del fin de semana han vuelto a demostrarlo. Ataviados de todas las formas imaginables para rendir pleitesía a sus ídolos han vuelto a abarrotar las gradas y a mostrar la enorme pasión por los coches que se vive en el país del sol naciente.

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La 130R es la curva que mejor caracteriza a Suzuka, aquella en la que Fernando Alonso firmó un adelantamiento inverosímil a Michael Schumacher unos días después de ganar su primer título mundial. Kimi Raikkonen venció al volante de un McLaren que ya entonces debió ser campeón, pero las averías y algunos gazapos del piloto le privaron del título hasta tres años después. Qué nombres todos ellos, el Kaiser… Alonso… Raikkonen… pilotos que marcaron una época y -en el caso de Schummi- batieron todos los registros del momento.

Raikkonen acaba de retirarse y el Kaiser se mantiene postrado en una cama, quién sabe si consciente del legado que ha dejado a la historia de este espectáculo. El que continúa al pie del cañón es hoy en día líder de una escudería que sufre problemas de crecimiento y vive la desilusión de quien teme haber tocado techo. Aunque Alonso sigue sentando cátedra al volante acabará cambiando de rol en un par de años para dirigir el sprint final de Aston Martin hacia el título. Puede que sea entonces cuando logre el tercer entorchado que tanto ha perseguido, aunque de llegar lo hará como director de equipo.

El Gran Circo ha desembarcado en Japón después del recital ofrecido por Carlos Sainz en Singapur y todo han sido parabienes para el madrileño. Necesitaba Carlos una victoria, y mucho más del modo en que se fraguó. Las sensaciones que ofreció en Marina Bay a lo largo del fin de semana fue de los que dejan huella en la memoria colectiva de la F-1, de las que suben el caché de un piloto y le otorgan galones en la parrilla. Obviamente todo eran sonrisas entre los responsables de la Scuderia por más que tengan claro quién es su favorito y por quién van a echar el resto de ser necesaria una renovación tirando la casa por la ventana -léase Leclerc- o al menos así era hasta hace un par de semanas. En cualquier caso, siga en Maranello para 2025 o acabe emigrando, la ficha de Carlos se ha revalorizado de cara a una negociación con Audi o con quien pueda surgir en el tránsito, porque no ha sido flor de un día la exhibición de Singapur. Es fruto de la constancia y el trabajo incansable que tanto caracteriza a la familia Sainz.

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