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Fue una pena pero el safety car nos privó el domingo de despedir como merecía la temporada europea del Gran Circo. Monza es el templo de la velocidad y aunque quien suscribe no las tenía todas consigo acabamos disfrutando una carrera táctica que pudo tener ... mucha más historia. Lo cierto es que Verstappen cabalga imperturbable hacia el título y el resto de la parrilla ya tiene sus miras puestas en 2023. Otra pena cuando aún tenemos fresco en la memoria el final épico de la temporada pasada.
En estas circunstancias permítanme prestar atención a Aston Martin, cuyo inicio del curso fue deprimente. El coche fue por libre en cuanto a diseño y visto el fiasco los que mandan en Silverstone encargaron la gestación de un nuevo monoplaza que siguiera la línea trazada por Red Bull. Este evoluciona en pista desde comienzos del verano y sorprendentemente ha abierto camino con dos elementos aerodinámicos que han saltado a los tableros de diseño del resto de escuderías. Un apéndice situado en los deflectores laterales del AMR22 fue asimilado por buena parte de la parrilla y en las últimas semanas ha sido el alerón trasero el elemento que mayor atención recaba. En Monza Aston Martin ha utilizado su versión más radical, la que necesitó de la aprobación específica de la FIA para saltar de los programas de CAD al coche. Este alerón y unos reglajes atinados han permitido a los de Silverstone hacerse con un buen bagaje de puntos durante el verano, porque hay que reconocerles a los británicos que han engrasado perfectamente su equipo de carreras. Aún así estos brotes verdes que aparecen en la huerta de Lawrence Stroll sólo dejan entrever que la tierra está bien abonada, porque la fruta madura tardará en llegar.
Cuando se incorporó al equipo el hoy responsable máximo de la escudería -un profesional de la valía de Martin Witmarsh- citó a toda la plantilla y les hizo constar su convencimiento de que jamás serían campeones mientras le compraran los motores a un rival, como hacen ahora con Mercedes. Toda una declaración de intenciones, pero sea por su insistencia o porque la coyuntura ha sido favorable el hecho cierto es que acaba de hacerse público que Aramco -petrolera estatal saudí y máxima accionista de Aston Martin Racing- negocia con Renault la compra de una participación significativa del departamento de motores del fabricante galo. Al margen de las consecuencias que la operación pudiera tener para la escudería Alpine es un hecho que Aston Martin pasaría a ser autosuficiente a la hora de motorizarse, y con ello daría un paso de gigante hacia la élite.
Nos encontramos en el segundo de los cinco años que Lawrence Stroll se fijó para que Aston Martin Racing aspirase a ganar carreras y baluartes de tanta valía como Fernando Alonso siguen incorporándose al proyecto, además de operaciones de tanto calado como la citada. Si la progresión es la prevista Alonso dispondría de un coche competitivo durante su último año de contrato -considerando que tenga ya pactadas sus prórrogas- siempre y cuando el talento del asturiano no reduzca incluso los plazos. ¿El cuento de la lechera? No lo parece, no suele haber cuentos de la lechera en la Fórmula 1 cuando los proyectos muestran solvencia financiera y liderazgo; y este es el caso.
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