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Una buena salida, un mejor ritmo de carrera y la ambición de un piloto que aceptó un año atrás desde el minuto uno su condición de escudero. Valtteri Bottas se ha sacado la espina de tanta paciencia acumulada con un paseo triunfal durante 58 vueltas ... por las calles de Melbourne. El finlandés ha liderado el doblete invertido de Mercedes y no ha desperdiciado la miga del punto extra por la vuelta rápida –novedad en el certamen–. Todo el lote para él en un podio sin rastro del rojo Ferrari. Lo borró de un plumazo Verstappen adelantando por derecho a Vettel en el giro 32. Y hasta tuvo que dar las gracias el alemán a su nuevo capo Binotto al poner freno a la ascensión de Leclerc sobre su, ha quedado claro, jefe de filas. Para Sainz ha quedado la decepción de estrenar el capítulo de abandonos del curso, con el motor Honda de su McLaren ardiendo.
Sin pretenderlo, Ferrari fue quien ordenó la carrera. Bottas había surgido como un misil por la zona sucia de la pista y se merendó a Hamilton pese a que el pentacampeón no arrancó mal desde la pole. Sainz recopiló entonces la mayor ganancia de plazas (cuatro) y Ricciardo se comió un bache y desintegró la bigotera de su Renault. Leclerc había testado el pulso de Vettel yéndose el monegasco a la hierba, lo que repetiría rodando ya fuera de modo ataque unos giros después. Solventada así la puesta en marcha, en el muro reservado a la Scuderia de Maranello se precipitaron los acontecimientos. Raikkonen y Hulkenberg habían abierto en la vuelta 13 la puerta de los garajes y la Scuderia movió ficha en la 16. Llamó a Vettel para cambiar gomas y montar el compuesto medio y Mercedes se vio forzado a la reacción haciendo lo mismo con Hamilton un giro después.
Desde ese instante quedó sentenciada la victoria de Bottas porque el nórdico, acumulando vueltas rápidas y ventaja consolidada, carecía de problemas para ir haciendo acopio de unos segundos que acabaron siendo de oro. Verstappen era la nota discordante del teórico orden preestablecido. El holandés estiró cuanto pudo su juego inicial de gomas, mientras el líder, inesperadamente, seguía ampliando su margen incluso ante los neumáticos más frescos de su compañero de equipo. El finlandés se topaba con la carrera soñada –reconoció que había sido la de su vida– y Mercedes usaba a Hamilton para cubrir su doblete. Lo habitual, pero con los cromos cambiados. El europeo aguantó con lo puesto hasta la vuelta 24, Verstappen entró en la 26 y Leclerc se fue hasta la 30.
Para entonces, Hamilton rodaba ya con su buena porción de mosqueo. «¿Por qué me habéis parado tan pronto?», reclamada por radio. La respuesta ya la sabía. Una maniobra de protección ante Vettel, cuando aún no se sabía que el alemán no suponía ningún riesgo. «¿Por qué voy tan lento?», cuestionaba a su vez el germano a su muro. Pregunta sin respuesta. Con los dos gallos enojados, Verstappen los puso en su punto de mira. El motor Honda era eficaz en el chasis Red Bull –no había un podio de la casa nipona desde 2008– y el holandés, inyectado como siempre en sangre pero más preciso, afiló su guadaña. En la vuelta 32 amagó dos veces a Vettel antes de crucificarle y su fue a por Hamilton, al que hasta el final de la carrera no le alejó el aliento de la nuca.
Si el agobio de 'Mad Max' sobre Hamilton fue por momentos extremo, aumentó la intensidad del que procedió de Leclerc ante Vettel en el duelo ferrarista. El holandés cometió un fallo con un recto por la hierba que fue como si al inglés de Mercedes le cambiaran la bombona de oxígeno a tiempo. Pero el monegasco limaba entre cuatro y seis décimas por giro. Estaba inmerso en las diez vueltas finales y la suya era la rutina del afilador. Buscaba un corte limpio. Y Ferrari le retiró los cuchillos de su alcance. Le había sometido al margen del DRS, preparando el envoltorio y los de Maranello decidieron no montar una guerra en la primera de las 21 carreras del certamen. Seguro que usaron alguna alegoría para decretar el alto el fuego y ni siquiera tuvieron la delicadeza de procurarle al residente en Mónaco el bálsamo de entrar en los tres últimos giros para montarle gomas blandas con las que reventarle el punto extra a Bottas. A tragar sin agua. Polvorones en el desierto. «El equipo decidió que no nos metiéramos en problemas entre nosotros. Había mucho que perder», asumía el debutante con Ferrari. Pero el aplomo de sus palabras no correspondía con el gesto serio y huidizo de quien aún está dolido por el aguijón que le acaban de clavar.
Hasta Bottas reclamó a su box un cambio tardío de neumáticos para asegurar su vigesimosexto punto, pero no era cuestión de jugar con fuego. Porque Hamilton había espabilado ante el acoso constante de Verstappen, que volvió a la carga y cuando divisaba la bandera a cuadros recuperó la opción del hachazo en el margen del DRS. No le hizo falta al finés. Su crono del giro 57, el penúltimo de los programados, le fue suficiente.
Top10: 1. Bottas (MER); 2. Hamilton (MER), a 20.886; 3. Verstappen (RED), a 22.520; 4. Vettel (FER), a 57.109; 5. Leclerc (FER), a 58.230; 6. Magnussen (HAA), a 1'27.156; 7. Hulkenberg (REN), a 1 vuelta; 8. Raikkonen (ALF), a 1 vuelta; 9. Stroll (RAC), a 1 vuelta; 10. Kvyat (TOR), a 1 vuelta.
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