Dos vitorianos en busca del sueño olímpico

Nos reciben con timidez. Acaban de terminar la enésima sesión de entrenamiento y se disponen a contar a EL CORREO, su día a día. «No es fácil», asume Aratz. «Yo he llorado por este deporte más que por cualquier cosa en mi vida. De alegría y también por chascos», confiesa este vitoriano, que desembarcó en Madrid el año pasado. Es una de las jóvenes perlas captadas para el equipo nacional, que ha encontrado en la factoría alavesa un semillero de gimnastas talentosos y «con duende».

El camino lo abrió Unai Baigorri, «uno de los gimnastas más creativos y elegantes», advierte Larrimbe. Después de destacar en el Europeo junior de 2022 con una meritoria séptima plaza con su ejercicio de salto, viene de lograr una plata en el prestigioso torneo de Stuttgart, también en salto, aunque el aparato donde él se expresa con libertad es el suelo. «Ahora mismo estoy entrenando el elemento de Simone Biles en el suelo. Es un doble mortal con tres giros. Siempre lo tengo en la cabeza. Pocos gimnastas lo realizan. De alguna manera, eso también te diferencia como gimnasta. Esa acrobacia puede ser un sello propio. También estoy con una serie de cuatro elementos seguidos que llama la atención y los molinos americanos», describe entusiasmado. La especialidad de Aratz son las anillas. «Vine aquí sin lograr hacer el 'Cristo', pero es un aparato donde se exhibe la fuerza y es mi característica principal. Hago elementos impropios de un junior», relata ilusionado.

Ni el fútbol u otros deportes mayoritarios les atrajeron. En el caso de Unai, un taller de acrobacias y la sensación de un juego constante le llevaron al club Arabatxo con apenas 6 años. Después, llegó una progresión fuera de lo común. «La gimnasia elige a los gimnastas. La gente que practicamos este deporte es porque tenemos interiorizados los valores de la disciplina y el sacrificio», asegura. Unai ha iniciado la carrera de Químicas, que gestiona como puede. Ha decidido elegir asignaturas y liberar más su ajetreada agenda. En el caso de Aratz, sus inicios fueron con 7 años ,impulsado por varias compañeras del colegio Urkide que también se iniciaban con las acrobacias. Varios campeonatos de España en edad cadete fueron certificando la eficacia de su trabajo en el gimnasio de Ariznabarra, el templo de la artística en la capital alavesa. «Intento ser lo más limpio posible. La artística es un deporte donde la ejecución y la vistosidad se valoran mucho. Hacer un ejercicio limpio significa hacerlo todo bonito», apunta.

La rutina diaria de Unai y Aratz transcurre entre la residencia Blume y las fantásticas instalaciones deportivas del CAR. Todo a mano. Cuando el despertador suena, el comedor se llena ya de jóvenes dispuestos a afrontar una intensa jornada. «Estudio de 8:00 a 10:40 horas. Entrenamos de 11:00 a 14:00. Luego, a comer. De 15:00 a 17:30 hay clase y de 17:45 a 21:00, el entrenamiento de tarde. Es una locura», describe Aratz, que estudia Segundo de Bachiller y enfocará sus estudios universitarios hacia una ingeniería.

¿Hay tiempo para el ocio? Poco, pero se busca. Un paseo por la Gran Vía, una tarta de queso o la visita a un centro comercial sirven como el mejor asueto. «Nos ayuda a desconecta. Si no, esto sería imposible de afrontar», reconocen.

Unai ya se codea con los gimnastas que representarán a España en París. «Ray Zapata o Joel Plata. Aunque la gimnasia japonesa es un referente mundial. La escuela que tienen, técnicamente cómo trabajan, la educación. Les ves en los campeonatos y dan muy buena 'vibra'. Transmiten alegría y tranquilidad», explica. Apenas ocho meses en esta nueva vida le han servido a Aratz para ver de cerca a sus ídolos y aprovechar cada minuto. Año tras año han de ganarse la beca que les permite estar entre los elegidos. «Es una presión añadida. Por eso, cada día tenemos que demostrar que tenemos ganas y que mejoramos», confiesan.

Unai entrará en el ciclo olímpico de Los Ángeles 2028, donde su sueño es alcanzar la final de suelo. Aratz, dos años más joven, habrá de prepararse para esa conquista olímpica que atisba más lejos. Sea como fuere, son ya una realidad. El presente y futuro de la gimnasia española se expresa con un sello propio alavés.