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Ruslán Ponomariov (Hórlivka, Ucrania, 1983) lleva unos días de «jaleo», lo dice así, sin tiempo para nada. Aparte de sus deberes como padre de familia - ... tiene dos hijos pequeños, Yaroslav y Silvia -, sus padres y su hermana llegaron a principos de mes huyendo de Kiev y él se ocupa ahora del papeleo. Y no sólo eso. También participa en diversas iniciativas para ayudar a los exiliados que están llegando por centenares desde su país. Por otro lado, el que fuera campeón del mundo de ajedrez en 2002, con apenas 18 años -entonces un récord histórico-, lleva días preparándose para el campeonato de Europa individual, que comienza hoy en Eslovenia. Esta cita no sólo le ha obligado a buscar horas para el estudio sino a recibir una tercera dosis de la vacuna del covid para poder viajar. Ponomariov ya ha hecho la petición y se dispone a recibirla en el hospital de Urduliz -vive en Algorta desde hace diez años- poco después de que acabe esta entrevista.
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- La primera pregunta es obligada. ¿Cómo está viviendo la tragedia de su país?
- Imagínate. Mis padres y mi hermana salieron de Kiev el 3 de marzo. Fueron en tren hasta Leópolis y luego pasaron la frontera de Hungría. Allí cogieron un avión y el día 5 llegaron a Bilbao. Ahora estoy con sus papeles. Les dan permiso de residencia para un año. Ellos están contentos aquí, viendo a los nietos, pero quieren volver. ¿Y cuándo va a ser eso? Nadie lo sabe. Es muy duro.
- ¿Temía que pudiera ocurrir algo así en su país?
- Ahora se ve que la invasión no empezó el 24 de febrero, sino en 2015 cuando Rusia anexionó Crimea y las provincias de Donetsk y Lugansk. Es cierto que la inteligencia de Estados Unidos ya avisó de que los rusos estaban acumulando muchas fuerzas militares en la frontera y que podría haber una invasión, pero yo siempre pensé que la presión internacional iba a funcionar y nunca llegaríamos a esto.
- Aparte de dolor y estupor, produce incredulidad que algo así esté pasando en Europa en 2022.
- Es increíble. Yo al principio, con la fuerza militar que tiene Rusia, pensaba que esto iba a durar muy poco y que ocuparían Kiev en tres o cuatro días. Sin embargo, mi país ha recibido ayudar militar y está resistiendo. Y que pase el tiempo ayuda a Ucrania y hace más débil a Rusia.
- ¿Cómo cree que va a acabar esta invasión?
- No soy experto político, ni militar. Solo puedo hablar de mis sensaciones y no quiero parecer naif. No creo que vaya a terminar rápido. Creo que va a ser bastante largo y que nos va a afectar a todos. Ya ves las noticias que nos llegan: la crisis económica, los precios del petróleo, las huelgas... Y todo esto después de haber sufrido la pandemia. Es un momento muy difícil.
- ¿Está en contacto con compañeros suyos en Ucrania?
- Sí, sí, claro.
- ¿Y cómo están?
- Unos más seguros que otros, dependiendo de dónde viven. En Kiev muchos pasan el día en las estaciones del metro. Se conforman con tener internet, agua y luz. Pero en otras ciudades como Mariupol ya no lo sé.
- Sé que está ayudando a los refugiados que están llegando.
- Los ucranianos que estamos aquí tenemos un grupo de WhatsApp y estamos en contacto para colaborar en la recogida de alimentos y de ropa. Para ayudar en todo lo que podamos. En Fadura pusieron un punto de recogida y la enviaron a la frontera de Polonia con Ucrania. También han traído gente desde allí. Hay mucha solidaridad. El domingo pasado tuvimos la manifestación en Bilbao, que salió del Sagrado Corazón. Esta es mi forma de ayudar en este momento. Porque yo tengo 38 años y, en principio, por edad, podría estar movilizado. Están movilizando a los hombres de entre 18 y 60 años. Pero de momento están en una fase en la que movilizan a profesionales y personas con instrucción militar.
- ¿Se plantearía ir a luchar?
- Yo creo que hago más falta aquí, ayudando a todas las familias que vienen. También he ayudado a los militares con donaciones de dinero a una cuenta que ha abierto el Gobierno de Ucrania. No creo que un ajedrecista pueda ayudar mucho en el campo de batalla. Si supiera que iba a ser más eficaz para mi país luchando, haría testamento ante notario y me iría allí. Pero a mí me das armas modernas o un misil antitanque y no sé cómo usarlos. Intento hacer lo mejor para mi país. Llevo años en España, pero Ucrania es mi tierra.
- El trabajo con los refugiados, además, va a ser vital porque la avalancha que se espera no tiene precedentes en Europa. Son millones de personas.
- Este va a ser un gran problema para Europa. Como dices, van a ser muchísimas personas y no va a ser fácil que se vayan adaptando a cada país al que llegan. Me preocupa que pueda haber tensiones. Porque una cosa es una visita de turista o una ayuda a personas durante dos semanas o un mes, y otra algo como esto, que puede durar mucho tiempo. Y España también tiene sus propios problemas. La pandemia ha hecho mucho daño, hay mucha gente sin empleo, mira ahora la crisis de precios y las huelgas... Es muy complicado.
- Habla de España con conocimiento de causa. Y también de Euskadi. Vino aquí muchas veces a jugar torneos y acabó casándose con una española y viviendo en Bizkaia.
- Sí, sí. Vivo desde hace doce años, primero en Plentzia en un piso de veraneo de mis suegros y, desde hace diez años, en Algorta. Y mi hijo Yaroslav va al modelo D. Y la pequeña Silvia también irá. Sólo tiene 16 meses.
- ¿Recuerda su primera visita a España?
- Claro que sí. Fue en 1997, cuando me invitaron a un torneo en Pamplona. Yo tenía 13 años. Todavía había pesetas, ja, ja. Recuerdo que fuimos a El Corte Inglés y que una señora, al verme tan pequeño, me compró unas chuches...
- Vamos, que le recibieron bien.
- Muy bien.
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