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Natxo González, con una de sus tablas durante el Punta Galea Challenge. jon Aspuru
Natxo González | Vencedor del Punta Galea Challenge

«El mar siempre te gana, pero la pasión hace que vuelvas al agua»

El 'rider' de Plentzia vive con la maleta hecha por si en alguna esquina del planeta aparece una ola gigante sobre la que volar

Jueves, 24 de febrero 2022, 01:22

Desde que sobre un corcho descubrió en Plentzia la primera ola, Natxo González ha pasado casi todos sus 26 años en esa mecedora infinita que es el mar. Vive persiguiendo cada ola gigante que aparece en cualquier esquina del planeta. El martes, en su casa ... y ante los suyos, se impuso en el Punta Galea Challenge. Lloró de alegría porque sabe lo que cuesta arrancarle algo al mar, el rival «que siempre te gana».

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- Como en el fútbol, ¿competir en casa es una ventaja?

- Tenía ilusión y nervios. Hacía cuatro años que no competía en la Galea, dos por lesión y dos por la pandemia. Es verdad que los de aquí conocemos la ola mejor que nadie. Nos hemos criado sobre ella. Es una gran ventaja en la Galea, donde es muy difícil coger la posición buena. Es un campo muy grande, con mucha agua.

- ¿Y los nervios?

- Está toda tu gente viéndote, esperando a que cojas la ola. Supone una presión. Sabes que tienes que dar el callo por toda la peña. Pero me lo tomé con tranquilidad. Se trata de hacerlo como cuando no hay nadie. Salió un día precioso, soleado, con olas de cinco o seis metros. Pero la marea estaba baja y eso hacía muy difícil colocarse. No teníamos referencia. Había que probar suerte para ver si te tocaba la ola buena.

- Y le tocó.

- A medida que fue subiendo la marea ya nos sentimos en la Galea de verdad. Cerca de las piedras, del acantilado. Una Galea potente. Se veían olas sólidas. Y ahí es donde teníamos nosotros ventaja. Había que pasar la ronda como fuera. No iba ni a por el 'tubazo' ni a por el '10'. Se trataba de coger un par de olas buenas y llegar a la final.

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- ¿Detecta cuál es la ola buena?

- No sabes cuándo va a venir, pero cuando aparece lo notas. Lo que pasa es que si no estás bien colocado te come. Un metro delante o detrás es clave. Lo difícil es estar en el sitio.

Peligro

«Sé que tengo que tener cuidado, pero también que hay que ir a saco»

- Cuando la coge, ¿nota que ha acertado?

- Cuando empiezas a remar la ola buena ves que viene a otra velocidad, comiéndote. Remas, te montas en ella y es como bajar en el aire. La encaras, te pones contra esa pared de agua. Todo muy al límite. Y más cuando estás al borde de las piedras. Si hay un fallo te vas contra el acantilado. Cuando la ola se va enroscando te metes en ese tubo. Es lo que a todos nos gusta, pero en la Galea es muy peligroso por la cercanía de las piedras.

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- Siempre en el filo.

- Es un compromiso continuo. A nada que te despistas, te vas. A la gente de fuera la Galea le impone mucho. Parece que te vas a ir contra el acantilado. Sin las motos de agua y los equipos de rescate no podríamos arriesgarnos tanto e ir tan al límite como fuimos el martes. Más de una vez me han salvado de irme a las piedras.

- ¿Cómo lleva el riesgo?

- En la Galea sé que el riesgo es máximo, pero me he acostumbrado a estar junto al acantilado. Es algo familiar. Llevo desde niño surfeando ahí. Sé que tengo que tener cuidado pero también que hay que ir a saco. Te adaptas al peligro.

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- ¿Recuerda su primera ola en la Galea?

- Sí. Tenía 13 años. Me entrenaba con un grupo en el que todos eran mayores que yo. El ritmo era brutal. Fuimos un día a la Galea, con olas de cuatro metros. El entrenador me dijo que me iba a salir bien, pero yo no lo veía claro, me daba miedo.

- Se atrevió.

- Pues sí. Estábamos cinco o seis en el agua. Vino una serie de olas. Los demás cogieron una y yo me quedé solo. De repente, vi que venían dos olas enormes. Todos empezaron a gritarme '¡Dale!' '¡Dale!'. Me retaban; se reían. Pero yo decía que 'ni loco'. Pasó la primera ola. Siguieron chillando, riéndose porque no me atrevía... Entonces pensé en la que me iba a caer luego con sus bromas y vaciles en el viaje de regreso a Plentzia en la furgoneta. Así que para que no estuvieran todo el día machacándome me di la vuelta y fui a por la segunda ola. Emocionante.

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La primera ola gigante

«Para que los demás no me vacilaran, me di la vuelta y fui a por ella»

«Rompí la hucha»

- ¿De dónde le viene su afición por el surf?

- Iba como todos los críos a la playa de Plentzia. Mi primo me regaló un corcho. A nada que hubiese una ola, me metía. Con 7 años le dije a mis padres que quería comprarme una tabla. Fui muy pesado, pero nada. Creían que era muy peligroso. Me dijeron que ahorrara. Lo hice durante un año. Rompí la hucha y me compré una tabla de segunda mano. Con 11 años comencé a competir.

- Su vida es un viaje continuo.

- Me dedico a coger las olas más grandes del mundo. No puedo hacer planes. Hoy no sé lo que voy a hacer dentro de dos semanas. Igual estoy en Fiji o en Hawái, o en cualquier sitio donde haya una marejada gigante. Vivo en un plan sin plan. Si sale una marejada, cojo un billete de avión y voy para allá.

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- ¿Hay olas con las que no se atreve?

- Las hay. Todas las olas de este calibre dan miedo. Hay lugares donde me he sentido en medio de un marrón, pensando en qué hago allí. Hay sitios como Nazaré (Portugal), la ola de Cloudbreak (Fiji), la ola de Jaws (Hawái), la ola de Puerto Escondido (México)... Son las más temidas del planeta. También en Galicia hay lugares muy 'heavys'. Cuando el mar se pone grande es él quien gana.

Triunfo en casa

«Tras ganar acabamos llorando en el agua. Luego fuimos a por birras»

- Tuvo un susto grave en Nazaré en 2017.

- Mis mejores y mis peores experiencias han sido allí. Te expones mucho. Somos la primera generación que ha probado los chalecos inflables. Somos como conejillos de indias. Y a mí aquel día no se me infló. Me tuvo que sacar una moto de agua cuando ya estaba casi inconsciente.

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- ¿Ese suceso le hizo cambiar de mentalidad?

- Sí. Por muchas medidas de seguridad que tomes, queda claro que el mar siempre gana. El respeto hacia el mar es vital. Me planteé dejarlo por mi madre, por lo mal que lo pasa, pero, al final, lo que me más gusta en la vida es coger esas olas. La pasión te lleva a volver al agua.

- ¿Le quedan olas por domar?

-- Claro. La ola de Jaws, en Hawái. Tengo esa espina clavada. Siempre puedes empujar tus límites más allá.

- ¿Cómo ha celebrado el triunfo en La Galea?

- Fue muy emotivo, con toda mi familia arriba viéndome. Con la gente loca, gritándome. En el agua nos conocíamos todos. Acabamos llorando tras mi victoria. Luego fuimos a tomar un par de birras. Era martes, tampoco había muchos sitios a donde ir, ja, ja.

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