Rugby, valores y diversión

La decimocuarta edición confirma de este «evento de ciudad» se ha consolidado y convertido en un referente a nivel nacional. «Nos sentimos orgullosos de reunir a 1.500 niños en torno al rugby», afirma orgulloso Roberto Corres, presidente del club organizador. De los 600 que se iniciaron en la primera edición hasta la cifra actual, han pasado 12.000 niños, una cantera de jugadores, algunos de ellos con éxitos en su palmarés. «Hablamos de que de la Araba Rugby Cup han salido alavesas como Anne Fernández de Corres, capitana de la selección española, o Garazi Izaguirre, también en el combinado nacional. Seguro que hay más de otros clubes nacionales», afirma Paco Sarabia, presidente de la federación alavesa. Ocho años en el cargo y 45 de rugby dan para enciclopedias sobre la cultura del balón ovalado. «Una vez que te enganchas a este deporte, no lo puedes dejar. Es una especie de adicción irracional», reconoce.

Un total de 210 partidos bajo la tutela de 25 árbitros se disputarán este fin de semana en los seis campos habilitados del recinto de Lakua. Un encaje de bolillos que requiere de una intendencia previa, rumiada y barruntada ya desde noviembre. En las bambalinas del trabajo más oscuro, Gorka Gandía y Luis San Mateos han liderado una labor imprescindible para que nada falle ni falte. «No sólo es la disposición de los campos y los partidos, sino las pernoctaciones, comidas, bebidas, transportes... Tenemos niños alojados en los albergues de Nanclares, Espejo, Miranda de Ebro, Sarria y unos 300 más en la base militar de Araca. Llevan siete ediciones dándonos ese apoyo y sin ellos no sería posible. En total son 950 pernoctaciones», apuntan.

Entre almuerzos con fruta y txoripan, los 1.500 platos de macarrones con tomate y queso y otros tantos bocadillos de tortilla de patata, 5.000 litros de agua acompañan a los necesarios avituallamientos. Las empresas colaboradoras arriman el hombro y este año un bolsa 'Welcome Pack' se suma a las mochilas de los participantes.

Con el fin de hacer más visible el evento, otras dos novedades se habían incorporado para trasladar el rugby más allá del campo de juego. La kalejira que tenía previsto su recorrido desde los jardines de la Catedral Nueva hasta la plaza de España, donde varios centenares de niños iban a ser recibidos por las instituciones locales, se suspendió ayer por la intensa lluvia que arreció a la tarde sobre Vitoria. Sin embargo, la Fan Zone, cercana a las instalaciones de juego, despertó la curiosidad de viandantes y despistados. Una estrategia que a buen seguro habrá calado en el ciudadano de a pie.

Los más de 200 partidos programados entre ayer y la mañana de hoy se suceden sin pausa, entre el alborozo de los más pequeños, el entusiasmo de quienes vuelven a visitar la capital alavesa o los que se estrenan. «Tenéis una ciudad preciosa. Oye y con calor, que pensábamos que llovería», apunta Belén, madre de dos hijos del club Olímpico de Pozuelo de Alarcón. Cerca, desde San Sebastián de los Reyes, varios integrantes del Sanse Scrum departen divertidos sobre las bondades del rugby. «Hay mucho compañerismo, juego en equipo, deportividad y empatía», explican Lucas, Diego, Nicolas, Hugo y Vilches, cuyos cromos y posters de sus ídolos se reparten entre estrellas sudafricanas y neozelandesas, los países que dominan este deporte, con el permiso europeo de franceses o ingleses. A España le queda todavía un largo trayecto pero los divisa ya a menos distancia.