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Son la parte menos visible y más anónima. El altruismo y la generosidad por bandera para regalar tiempo y esfuerzo en pro del correcto funcionamiento de un evento de dimensiones gigantescas como es el Ironman que visita Vitoria el domingo. Serán 180 voluntarios a los ... que hay que sumar «asociaciones, equipos y grupos», según señalan desde la propia organización, que aportarán su atención a la tarea que se les encomiende. Desde la ayuda en el primer sector de natación hasta las diferentes transiciones, cruces, avituallamientos o zona de meta con la entrega de medallas 'finisher' y todos los cuidados necesarios para quienes lleguen con visibles signos de fatiga. Ahí siempre estará esa mano amiga que acompaña y que atiende.
Será el quinto Ironman para Iván Cuesta; el primero fue el Trivitoria y después los cuatro siguiente bajo el sello de la franquicia americana. «Empecé porque algunos amigos participaban y me picó el gusanillo. Desde entonces, he continuado. Me gusta el deporte. También corro y he jugado al fútbol y me engancha», explica este vitoriano de 43 años que se encargará de preservar la zona de meta. «Ahí nos encargamos de entregar las medallas a los que finalizan y ofrecerles lo que necesiten, comida, hidratación. «Las experiencias bonitas las vivimos más con la gente que no compite para ganar sino que hacen la prueba por promesas o retos personales. Ver esa emoción y esa felicidad cuando lo logran compensa todas las horas que estamos», confiesa.
Cristina Calvache | 51 años
El domingo será maratoniano para Iván. Casi de sol a sol. Desde las 8 de la mañana para cuidar todos los detalles de esa zona de meta hasta la una de la madrugada, el otro momento especial en el que se recibe al último participante. «Vivir ese momento es único cuando llega y se le entrega una txapela y una ramo de flores. Ahí salen todas las emociones», comenta. Sin nada a cambio y solo por el puro placer de ayudar. «Lo hago porque me gusta y me aporta». También ha sido voluntario de algún maratón Martín Fiz. En su anecdotario no olvidará la gorra que le regaló un triatleta mexicano nada más cruzar la línea de meta. «Me dijo que en todas las pruebas que participa lo hace con el primer voluntario que se encuentra. Me tocó a mí», recuerda.
Cristina Calvache es una enfermera vitoriana entregada a muchas causas. Quizás por todo lo que recibió en un momento personal complicado ha decidido devolverlo de múltiples maneras. Lleva diez años ofreciendo su ayuda en el maratón Martín Fiz, en el VIHalf o desde los inicios del Trivitoria. Tampoco pasó por alto el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania para acudir con una furgoneta a la frontera con Polonia y auxiliar a refugiados. «No es comparable con lo que ellos te aportan, contando sus vivencias. Fue muy enriquecedor. Hay que ser generoso y aportar en lo que podamos», argumenta.
Iván Cuesta | 43 años
En el Ironman ha hecho de todo, desde entrega de dorsales hasta estar en la transición de las bicicletas. «El año pasado fue duro con el calor y ayudamos en todo lo que pudimos. Como soy enfermera, me puse al servicio para atender a participantes que llegaban desfallecidos», recuerda. Empática y optimista, como deportista de carreras de montaña, sabe ponerse en el lugar del otro. «Siempre se agradece que alguien te ofrezca agua o que te ayude. Por eso sé lo que se siente. Es ofrecer todo a cambio de nada. El que se apunta lo hace por una satisfacción personal», añade.
Ha vivido también la llegada del último en una edición en la que «el ganador le estaba esperando, fue muy emotivo». Además de comprobar que el sueño de acudir a la cita de Hawai es una realidad. «Un año me tocó estar en la entrega de premios que se hace al día siguiente. Allí, entre los grupos de edad, muchos reciben el pasaporte para ir a Hawai y te aseguro que nadie lo rechazó, a pesar de lo caro que es viajar hasta allí y toda la logística que se necesita», explica un tanto sorprendida. Tiene esa luz que se evidencia en su testimonio. Como los cerca de 200 que completarán el equipo de voluntarios que, un año más, formarán parte de una maquinaria que debe estar engrasada y perfecta para asegurar el éxito.
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