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El pasado 28 de febrero se publicó en EL CORREO una entrevista con Alberto Corres, actual presidente del Gaztedi Rugby Taldea, un antiguo rival en el campo a quien le deseo todos los éxitos posibles en el desempeño de su tarea. Cuando se refiere a ... los orígenes de su club, Corres se remonta al año 1978 y al vínculo con Corazonistas y con un equipo, Agurain Rugby Taldea, fundado en 1975 en Salvatierra. Y es cierto.
Pero no conviene olvidar, como se hace tan a menudo, que desde 1972-1973 existían ya dos equipos colegiales de rugby en Álava. Uno, en San Viator, entrenado por François Morant y por Zoco, un religioso de la orden, a cuyos primeros entrenamientos acudimos más de dos centenares de ilusionados niños de entre 12 y 14 años, y El Salvador, de Amurrio, comandado por el añorado Gumer Íñiguez de Heredia. Y, sí, hubo «algún partido de carácter promocional», como se decía en la entrevista. Además de una fase de sector organizada por Platero y de nuestros partidos de juveniles, jugaron en Gamarra nada menos que el Atlético de San Sebastián y el Olympic de Saint Jean de Luz, de muy remendadas camisetas verdes, con los internacionales Luis Mokoroa y Zapiain en su melée. Fue un sábado, 22 de junio de 1974 (como se lee en la entrada que conservo), y aquel día nosotros estrenamos camisetas azules con vueltas blancas, la uniformidad inversa del 'Chamizo'.
Pocos años después surgió Corazonistas, entrenado por J. Antonio Apiñániz, quien ejerció como delegado federativo y árbitro de aquellos primeros y desiguales encuentros en la campa 'La Bomba', la actual sede de la Lehendakaritza, y en Gamarra, y quien, por cierto, fue el primer entrenador de Corres y de sus compañeros.
En esos mismos años, el rugby alavés de categorías inferiores, y sénior, experimentó un crecimiento espectacular alentado por el voluntarioso trabajo de un puñado de jugadores y altruistas aficionados que se nutrían de dispersos y escasos conocimientos y de las referencias aprendidas en los televisados partidos del V Naciones narrados por Celso Vázquez.
Se olvida también, pero hubo entonces equipos de rugby en Marianistas, Instituto Mixto, Udea-Diocesanas, San Viator, Ikastola Olabide, El Salvador y Coras, entre otros. Había en aquellos años una masa crítica de chavales que jugaban y disfrutaban con el rugby y sus valores. Me atrevo a decir, porque así sucede hoy también en Bizkaia, que entonces había en Álava más fichas de jugadores federados en las distintas categorías que hoy en día .
Sin embargo, la preeminencia de un equipo alineado con el poder federativo impuso una manera de operar que desembocó en la desaparición de esos equipos y en el desestimiento desesperanzado de sus preparadores, jugadores y aficionados. La pervivencia de ese sector ligado y conectado al Gaztedi hace que, hoy, el rugby en Álava, sólo tenga un color. Equipos séniors como Kirrinka R. T. y Abance R.T, fenecieron víctimas, entre otras razones, de ese clima viciado.
Es bien sabido que quienes escriben la historia alumbran siempre sus relatos a la luz de un determinado brillo. Pero es bueno que quienes conservan la memoria de los hechos encuentren el momento y el espacio para contextualizar el pasado, para completarlo. Porque eso del relato único, además de ser irreal, es algo impropio en ese universo solidario y transversal del rugby en el que crecí y del que todavía hoy tanto disfruto.
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