Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Cuando les preguntan por qué se embarcaron en esta historia, a medio camino entre el sueño, la superación personal y el puro márketing, las respuestas son diferentes. Ninguno de los tres son atletas profesionales, ni siquiera competidores amateurs. No cabe duda de que forman ... un grupo variopinto, un exbancario vizcaíno, Koldo Muñoz; una auxiliar sanitaria afincanda en Álava, María José Moreno; y un ingeniero y concejal guipuzcoano, Sabino Azkarate. Tres motivaciones para un único y singular reto, terminar los 'Six Majors', los seis 'Grandes' de la maratón (42,195 kilométros), los más importantes del planeta.
¿Y todo eso a cuento de qué? Ellos mismos lo relatan en estas páginas. Son una sencilla representación de los casi 5.000 corredores de todo el mundo que contemplan sus vidas desde una cima muy personal tras haber terminado las seis pruebas singulares: Tokio (finales de febrero, comienzos de marzo); Boston (15 de abril); Londres (finales de abril); Berlín (mediados o finales de septiembre); Chicago (principios o mediados de octubre) y Nueva York (principios de noviembre). Esas maratones -la de Tokyo se sumó a las 'Grandes' en 2013- son acontecimientos mediáticos y una cita competitiva de las estrellas del atletismo, pendientes del podio y la marca... Pero son también una obsesión que arrastra a decenas de miles de corredores anónimos de un extremo al otro del planeta, bien por su cuenta o a través de agencias.
Un sueño, en fin, que se cobija bajo la denominación World Marathon Majors con un punto publicitario y un evidente coste económico que cada aficionado sobrelleva conforme a sus posibilidades. A quienes terminan las seis carreras -en el orden que deseen, bien accediendo a ellas por tiempos y edad, bien apuntándose a los sorteos o por donación- les dan desde hace unos años un certificado y una medalla especial, que se recibe al acabar la última carrera, en meta. Los interesados en recogerla han enviado antes un correo a la web Abbot World Marathon Majors para que verifique informáticamente que hicieron las cinco citas anteriores, y la sexta la corren con un distintivo en el dorsal.
La medalla de las 'Seis Majors' -cuyo diseño compendia las otras que le dan sentido- es un pequeño tesoro. Los organizadores aseguraron que se la podía colgar menos gente que la que había ascendido al Everest, y el eslogan caló. Tras la maratón de Tokio 2019, la web de las 'seis grandes' contabiliza como titulares de su galardón a 4.989 corredores, 89 de nacionalidad española (seis de estos últimos, mujeres).
En realidad, los medallistas son algunos más, a falta de incorporar los datos de las maratones Boston y Londres 2019. De momento, como mínimo, en torno a una decena de medallistas son vascos. Todos luchando no por un récord, sino por ellos mismos.
Koldo Muñoz | Exbancario, 60 años, Deusto
«Una apuesta». Así quedo atrapado Koldo Muñoz en las redes del maratón. Exbancario de 60 años, vecino del barrio bilbaíno de Deusto, casado y con dos hijos, hizo sus primeros 42,195 kilómetros con 27 años y parecía que ahí iba a quedar todo. Pero este socio del club Korrikazaleak volvió a las carreras populares al llegar a los 40, si bien no se asomó por otra maratón hasta mucho después. «Fue al cumplir 50 años y me dije: 'Qué mejor oportunidad para hacer la segunda. Voy a ver cómo estoy'. Fui a la nocturna de Bilbao de 2009 y resulta que me enamoré de la maratón. Me hice las 'Seis Majors' de 2013 a 2017. Todavía trabajaba».
Si le preguntan a Koldo qué es lo que le pasa por la cabeza cuando emprende esas largas distancias, no vacila: «Al cruzar la meta eres el hombre más feliz del mundo, aunque en el kilómetro 10, 15, 20, 30, te hayas preguntado: '¿Quién demonios me ha mandado aquí?».
Buena pregunta. En los diez años transcurridos desde la 'nocturna' de Bilbao todo ha ido rodado para el deustoarra. «Viajé a Nueva York en 2012, pero se suspendió por el huracán Sandy. Me fui entonces a la de Donosti y me di cuenta de que había hecho tiempo suficiente para Boston. Era buena idea estar allí. Además también me había apuntado a la de Berlín y me tocó por sorteo».
En fin, un cúmulo de circunstancias colocaron a Koldo con varias 'Majors' apelando a su orgullo, y se puso manos a la obra, entrenando cuatro días a la semana y haciendo los desplazamientos por su cuenta. En 2013 hizo por fin Nueva York y al año siguiente, las previstas Boston y Berlín. El proyecto había comenzado casi inconscientemente, pero, con el tiempo, completar las maratones pendientes se convirtió en una obligación: Chicago (2015); Tokio (2016) y Londres (2017). Esta última fue para Koldo la carrera de más difícil acceso, ya que tuvo que inscribirse a través del sistema de donaciones a ONG. «Nueva York es un espectáculo, Boston es la prueba de los maratonianos, la más antigua. Berlín es donde se consiguen los récords. Para nosotros, Tokio es lo exótico. Chicago y Londres son maravillosos».
Koldo tiene por último unas palabras para los primerizos: «Esto empieza como un sueño y pasa a obsesión, pero cumples el sueño. No dejo de hacer otros maratones. Este abril, el de Viena. Y en 2018 corrí por un parque natural, unas antiguas marismas a la altura de La Rochelle, en Francia. Una preciosidad».
María J. Moreno | Auxiliar de psiquiatría, 50 años, Vitoria
Ponerse ropa de deporte, atarse los cordones de la zapatillas y salir por la puerta. Lo recomienda María José Moreno, auxiliar de psiquiatría en el Hospital de Vitoria, 50 años, residente en la localidad alavesa de Rivabellosa. A diferencia de su pareja, un aficionado al atletismo de siempre, ella permaneció ajena al 'running' hasta los 39 años. Y a partir de entonces tampoco hacía mucho más de diez kilómetros; a lo sumo una media maratón. Por supuesto, ni se le ocurría hacer una entera y no digamos las 'Seis Majors'. Pero en agosto 2011 todo cambió cuando su hijo mayor falleció en un accidente (Mari José tiene otra chica).
«Ese año unos amigos iban a correr Nueva York en noviembre e intentaron animarme para que entrenara con ellos», relata. «Yo no estaba en condiciones de hacer una carrera tan larga, aunque mi marido logró convencerme y decidimos ir a Nueva York al año siguiente. Pero en 2012, después de todo lo que nos habíamos preparado, el huracán Sandy obligó a suspender la prueba. Fue cuando me hice la promesa de que correría allí en 2013 por mi hijo».
De ese modo, al pasar por meta en la Gran Manzana, Mari Jose y su pareja dieron inicio, unas veces juntos, otras por separado, a una vuelta al mundo que terminó para ella el pasado 15 de abril en Boston, donde logró su sexto 'Major'. Chicago había llegado en 2014, Londres en 2015, Tokio en 2016 y Berlín en 2017. «No voy a parar. Entre medias he hecho Lisboa, Sevilla... Chicago la hice otra vez y en diciembre quiero ir a Valencia», asegura la corredora.
Mari Jose y su pareja organizan ellos mismos sus viajes, aunque a Nueva York y a Londres fueron en grupo. «Todo esto me ha aportado muchos beneficios a nivel personal. Antes sólo corría como 'hobby', ojo, siempre normalita, muy suave. Llegas a cierta edad y quieres cuidarte. Pero ahora corro con más motivo, es una válvula de escape».
El apoyo del entorno familiar y de los amigos nunca le ha faltado a Mari Jose ante de cada carrera. «Lo más duro es el entrenamiento. Para la primera maratón, Nueva York, recurrí al grupo '42.195', que entonces llevaba Víctor Perdiz. Nos dio unas pautas, y mi pareja y yo nos pusimos a entrenar. Para Boston estuvimos en uno de los grupos de RunningFiz, de Vitoria, donde entrena la mujer de Martín Fiz».
Las lesiones siempre han respetado a esta corredora, que sólo ha sufrido calambres en Boston. «Creo que me deshidraté porque hizo mucho calor. Pero he tenido mucha suerte en eso. Yo aconsejo la maratón a todo el mundo. A mí me ha ayudado a salir adelante».
Sabino Azkarate | Ingeniero, 56 años, Bergara
«Preparar un maratón es una escuela por el sacrificio y la dedicación que exige. Yo entreno al año una media de tres días a la semana, aunque cuando se acerca la prueba son más de cuatro días». Sabino Azkarate, de la generación del 62, ingeniero y subdirector científico de la empresa Ik Tekniker, de Eibar, y actual concejal de Bergara (PNV), decidió calzarse regularmente las zapatillas al dejar de fumar y de ahí... a completar las 'Seis Majors'. «Tenía 40 años. Cogí un poco de peso y correr me enganchó. En Gipuzkoa, la Behobia-San Sebastián tira mucho. La corrí y, bueno, aquello me gustó. Al año siguiente hice el maratón de Donostia y en total no sé, lo corrí ocho o nueve ediciones seguidas».
Cuando los hijos de Sabino crecieron, él y su amigo Juan Jesús Alberdi pensaron hacer un maratón internacional, unido a un viaje con sus respectivas parejas, siempre con agencias especializadas. Al principio se trataba sólo de acabar Nueva York (y lo hicieron en 2013), pero surgió el gusanillo de Berlín y fue allí (2014) donde supieron del reto de los 'Seis Majors'. «Nos propusimos completarlos a razón de uno al año», recuerda Sabino. Eso fue antes de que Juan Jesús le convenciera a él para que se presentara como concejal de Bergara por el PNV (Juan Jesús salió elegido alcalde en 2015 y dejó el cargo al de unos meses por razones personales). «Aquel año acabamos juntos la maratón de Chicago, yo como concejal y él como alcalde».
En 2016 corrieron Londres, Boston en 2017 y Tokio les dio el premio en 2018. «El ambiente de las 'Seis Majors' es bonito», dice Azkarate. «Cada una de esas maratones, a su nivel, tiene una organización impresionante. Ves gente muy diversa, como los que van en familia, padre e hijo. Aunque el perfil más habitual es el 'popular pro', ese corredor que se lo toma con cierta intensidad y está un poco obsesionado con sus marcas».
Sabino, que se entrena por su cuenta, advierte a quienes puedan sentirse tentados de seguir sus pasos de que una maratón no se improvisa; requiere una preparación a largo plazo. «Toda actividad ejercida por encima de tus posibilidades tiene consecuencias», señala. Él sufrió una lesión de menisco de la que se ha recuperado, pero subraya que, a pesar de todo, las ventajas de la maratón son infinitamente mayores. «Muchas veces me llevo los problemas a correr, corro con ellos y a la vuelta son distintos», explica. «Lógicamente, una vez que corres un poquito, te sientes físicamente bien, estás ágil, haces un 'sprint'... Pero creo que mi enganche es casi más psicológico». Porque después de salir a correr, Sabino agradece, no exactamente el bienestar físico, que también, «sino cómo me siento, cómo afronto la vida».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.